lunes, 12 de septiembre de 2011

Gracias al ROTARY CLUB CRUCE VARELA Flavia ya tiene su silla de ruedas

En nuestra edición del mes de Diciembre del año pasado en vísperas de las tradicionales fiestas y con un ánimo navideño, pasó desapercibido para las autoridades nacionales, provinciales y municipales, la nota que realizamos sobre Flavia, una nena de 6 años, con un diagnóstico de mielomeningocele que «vivía arrastrándose» (literalmente) por carecer de una silla de ruedas especial, adaptada para ella, a medida, para que pueda movilizarse, sin perjudicar más su salud.



Flavia asiste a un jardín , el 922, en el barrio de Hudson; tiene una maestra que con una mirada diferente, una persona también diferente, porque sólo alguien que puede ver con el corazón daría clases en el piso, para que Flavia pueda participar y estar con el resto de sus compañeros, y el resto de los compañeros en concordancia con ella, también se arrastran y juegan en el piso. Flavia es una niña, como cualquier niña, con ganas de jugar y reírse, de hacer masa y de salir al patio a jugar, un patio de cemento que dificulta su traslado arrastrándose por el piso, como sabe hacerlo.

Sus padres (de muy bajos recursos) recurrieron al municipio requiriendo una ayuda, presentaron todos los informes médicos, fueron visitados en su domicilio (una precaria casilla prefabricada de madera de un solo ambiente de 3x 3 mts donde cuatro personas conviven con las necesidades de Flavia) por asistentes sociales, pero hasta el pasado mes no les llegó ninguna ayuda; ni la silla, ni subsidios, ni posibilidades de una vivienda digna, nada de nada, Flavia ya tiene seis años, no es ninguna gestión de hace unos días.

Decimos, hasta el mes pasado, por que gracias al invalorable trabajo del Rotary Club del Cruce Varela y sus gestiones ante CILSA, Flavia ya cuenta con su silla de ruedas especialmente diseñada a sus limitaciones y no termina aquí la labor de esta prestigiosa institución varelense, ya que por las carencias edilicias con que cuenta la vivienda de la pequeña, se hacía imposible su desplazamiento, por lo que el Rotary Club del Cruce Varela también le ha donado a los padres de la pequeña todo el material (tirantes, machimbre, ladrillos, chapas, puertas, ventanas, etc. etc.) con lo que se ha podido ampliar la precaria casilla en donde vivían.

Esta es una historia más donde las personas, comunes ciudadanos con los cuales convivimos a diario, agrupados en una institución como es el Rotary Club del Cruce Varela sustituyen con su acompañamiento y obras de bien las obligaciones incumplidas por las autoridades que deberían velar por las prioridades de los más necesitados como fue el caso de Flavia.-
 
Periódico EL PROGRESO

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