domingo, 2 de noviembre de 2014

La huella de Darío Franco (en respuesta al "insufrible")


Darío Franco, cuando era DT de Instituto. Se quebró al pegarle una trompada a una pared, de bronca por una derrota (Foto: La Voz / Archivo).

El periodista Alejandro Caravario criticó con dureza al DT de Defensa y Justicia. Ahora, Juan Federico (de La Voz del Interior) le contesta y destaca y valora lo realizado por el de Cruz Alta.
Darío Franco, cuando era DT de Instituto. Se quebró al pegarle una trompada a una pared, de bronca por una derrota 

La polémica está abierta. Primero, el periodista Alejandro Caravario escribió en "Revista un Caño", una crítica sobre la forma de dirigir de Darío Franco.

"A Franco no habría psicólogo que le firmara el certificado de aptitud", afirmó Caravario, en un artículo muy duro contra el exentrenador de Instituto.

Este sábado, Juan Federico, periodista de La Voz del Interior, salió a contestarle a Caravario. Aquí la nota: 
Pareciera que recién ahora, un amplio sector de la prensa porteña descubriera que existe un técnico hiper obsesivo que se llama Darío Franco.

Algunos, como Alejandro Caravario, se dedican a describirlo sólo por lo que han visto de él en la televisión durante los 90 minutos de un partido: un hombre que da indicaciones una y otra vez, de manera compulsiva y sin detenerse ni un segundo. Y lo critican por ello.

Si bucearan en la biografía de Franco, ese sector del periodismo que sólo parece enfocarse en lo que se choca en sus narices, encontrarían a un DT que ha dejado una huella significativa en aquellos lugares por los que pasó. Incluso, en el poderoso Universitario de Chile, club en el tuvo que lidiar con un plantel repleto de “estrellas” que no se mostraron muy a gusto con sus métodos de trabajo, pese a lo que también ganó una Copa de Chile.

En Córdoba, nadie podrá olvidar ni desmerecer a Darío Franco. En especial, por aquel Instituto, recordado como 'el de los 70 puntos', que jugó de una manera que hacía años que no se veía en esta provincia y que hasta ahora nadie pudo replicar.

En silencio, sin pedir ni exigir jugadores de renombres, Franco armó un plantel que potenció de manera considerable a toda la institución.

Puso de 9 a Paulo Dybala, un chico de sólo 17 años con media pretemporada encima. Lo bancó hasta que se asentó y empezó a romper redes. Instituto realizó la venta más grande de su historia, dinero que hoy hubiera sacado de la bancarrota al club si no se despilfarraba como se hizo. A

trás de Dybala, se la jugó en poner como titular a un arquero sin trayectoria, un ignoto Julio Chiarini, promocionó a otro pibe delantero, Pablo Burzio, y le dejó servida al club la oportunidad -desaprovechada- de hacer otro negocio millonario con el pase de Ezequiel Videla.

Y, sobre todo, sentó las bases para un trabajo histórico en las divisiones inferiores.

Aquel plantel “de los 70 puntos” tuvo una base de jugadores propios o traídos por “dos pesos” que se potenciaron de una manera notable. Todo se deshizo en la segunda temporada.

Tras unos malos resultados deportivos (acompañado por una peor valoración de los refuerzos) y, en especial, al quedar envuelto en una disputa tremenda entre los dirigentes –por asuntos que aún no terminan de develarse por completo-, fue expulsado por entonces presidente Juan Carlos Barrera, cuyo mandato no será recordado en Alta Córdoba por haber dejado algo bueno para el club.

Los hinchas no pedían que se fuera. Así se echó por tierra, una vez más en Córdoba, un proyecto que amenazaba con marcar una línea histórica en la manera de trabajar en los clubes cordobeses. Desde abajo hacia arriba. Cuya cabeza, Franco, remarcaba que el trabajo a conciencia era la base para comenzar a hacerlo. Y lo traducía en acciones: tras los entrenamientos, recorría La Agustina, coordinaba con el resto de los entrenadores de las inferiores, remarcaba errores y proponía aciertos.

Mucho más de lo que su cargo le exigía.

Por todo eso, los hinchas de Instituto de buena memoria, hoy se indignan cuando leen a través de Internet que desde Buenos Aires, donde recién parecen descubrir a Franco, se lo critica con tanta liviandad y poca profundidad.

Y todo esto, pese a que Franco fue el DT de una de las frustraciones deportivas más grandes de la historia de La Gloria. Porque, conviene recordarlo, a la larga aquel equipo que tan lindo jugaba no ganó nada… aunque él había dejado mucho para el club.

lavoz.com.ar

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