miércoles, 8 de septiembre de 2010

A TRES MESES DE SU LANZAMIENTO - ¿Que pasa con la television digital?

Miles de decodificadores entregados; no se tiene información oficial de cuantos fueron, ahora también se denuncian que algunos fueron robados, otros vendidos en el mercado negro. Se anunciaron nuevos canales que no salieron al aire y la señal de TDT no llega a Varela, algunos beneficiarios ignoran lo que le enviáron. ¿Cual es el sentido social de este «circo» que le costará al país millones de dolares?


Eran las 9 de la mañana del domingo 6 de junio, cuando un hombre golpeó la puerta de la casa de Graciana, y le entregó una cajita envuelta a su nombre. «¿Esto qué es?», le preguntó la mujer. «Lo está regalando el gobierno nacional para ver los partidos del Mundial», le contestó el extraño.


Apurado, el hombre le pidió que le firmara una planilla y se marchó. Graciana Bonaffino había resultado ser una de las «beneficiarias», como se hizo llamar, de los decodificadores distribuidos gratuitamente por el oficialismo para sintonizar la televisión digital terrestre (TDT).

«Yo no lo solicité; me vino de sorpresa», contó la mujer de 77 años. Aunque nadie le explicó nada, ella supuso que se lo habían otorgado por estar en el padrón de los jubilados que cobran la mínima.

A menos de una semana que comenzara el Mundial de fútbol en Sudáfrica, su nieto, que vive con ella, estaba entusiasmado por ver todos los partidos con otra definición.

La emoción se desintegró cuando el joven se dio cuenta de que con el decodificador sólo podía sintonizar dos canales: la televisión pública y la señal educativa Encuentro.

Graciana no les lleva el apunte a estas cosas, por lo que el aparato hoy reposa en el departamento de arriba, en el dormitorio de su nieto de 31 años. Nunca se anotó para obtenerlo. Aun así, la mujer está contenta de que por fin se haya ganado algo.

En otro barrio de Varela es distinta la sensación de José Martínez. Apenas se enteró de la noticia, no lo dudó. Se acercó hasta una sucursal del Correo Argentino y completó el formulario. A los 10 días, recibió la flamante caja, que le prometía mejorar la imagen de su viejo televisor, que, además, no tiene servicio de cable. Sin embargo, desde entonces, nunca funcionó.

«El aparato queda conectado, pero no ves ningún canal», explicó Martínez, de 42 años. Como si eso fuera poco, el técnico que le prometieron que llegaría a su domicilio no apareció. «En atención al cliente me atendieron muy bien y hasta me agradecieron por haber llamado -contó sarcásticamente-. Me dijeron que un técnico verificaría si no hay señal y que, de ser así, me darían una antena externa». Y agregó: «Todavía lo estoy esperando».

Como percibe la asignación universal por hijo, uno de los destinatarios del TDT, Martínez sabía que tenía derecho a tener el equipo, pero no puede ocultar su indignación.

«Sabían que en esta zona mucha gente lo iba a pedir porque le pagan planes sociales. ¿Para qué los repartieron, si no había señal?», dijo.

Hace más de dos meses que el decodificador parece un adorno en la casa de Martínez y su familia. Cada tanto, lo encienden para ver si ocurre un «milagro».

El hombre está seguro de algo. Aunque no es su caso, indicó que hay gente que se puede dejar influir por este gesto del Gobierno, y advirtió: «Pero estos problemas pueden volverse contraproducentes en el momento de votar».

Giselle Favatier, de 31 años, está decepcionada. Unos días antes de que comenzara el Mundial de fútbol, recibió el decodificador. «Con el transcurso de los días, se agregarán más canales», contó que le dijo un operador telefónico de atención al cliente.

Como eso no ocurrió, y sólo puede ver programas emitidos en el canal Encuentro y la TV pública, el aparato tecnológico está siempre apagado.

Por otro lado, se pudo constatar, a través de varios testimonios recogidos, que muchos vecinos de Varela que completaron el formulario hace más de dos meses aún esperan, sin noticia alguna, el famoso decodificador.

Paradójicamente, a algunos usuarios les han entregado hasta dos aparatos porque el personal del Correo Argentino no quería movilizarse hasta un barrio que suponía que era peligroso.

Publicado en el periódico El Progreso

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