domingo, 5 de junio de 2011

NESTOR KICHNER UN ÍCONO POPULAR.... A PRESIÓN

Néstor Kirchner dejó de ser un mero nombre ocupante de una casilla en la lista de los ex presidentes argentinos para darle identidad a un hospital de Florencio Varela, a una plaza de San Telmo, a una escuela en Chaco, al aeropuertos de Villa María y a una radio de La Pampa, eso sin contar que también se encuentra presente en una campaña nacional para pintar escuelas, en un barrio de San Juan, en la flamante terminal de ómnibus de San Salvador de Jujuy, en múltiples avenidas y calles, en un álbum de figuritas coleccionables para niños e incluso en el Clausura 2011, que se empeña, por esas cosas, en ser uno de los más nefastos que se recuerden

Cosme Argerich fue el medico más reconocido durante la Revolución de Mayo, participó como cirujano en las invasiones inglesas, también en el Combate de San Lorenzo y acompañó a Manuel Belgrano en el Ejército del Norte. Falleció en 1820 y tuvo un premio a su trayectoria recién ochenta años después cuando la Estación Sanitaria de La Boca se rebautizó como distinción a su aporte durante las cruzadas criollas.

De todas formas ninguna plaza o avenida principal lleva su nombre. Si tiene su plaza y su merecido monumento José de San Martín, el Libertador argentino que debió esperar doce años tras su muerte para darle nombre a un arbolado espacio de la Capital Federal. Sin embargo el héroe americano no fue el primero en otorgarle identidad a una escuela, ese fue, como no podía ser de otra manera, Domingo Faustino Sarmiento. Eso sí, debió aguardar hasta bien entrado el 1900 para que un complejo educativo de su ciudad, fundado por el mismo, adopte su nombre.

Lo que Sarmiento no tuvo fue un aeropuerto en su honor, ahí el que llevó la posta fue Jorge Newbery, el pionero de la aviación en Hispanoamérica, que más de treinta años después de su muerte tuvo en el Aeroparque Metropolitano un homenaje acorde a sus logros, que no eran muchos. Apenas se reducían a la fundación de la Aeronáutica Militar Argentina.

Bernardino Rivadavia, el primer presidente argentino, falleció exiliado en España en 1845 y si bien no cuenta con un famoso aeropuerto que lleve su gracia, la radio más reconocida del país le rinde culto desde 1928. Curioso caso el del bueno de Bernardino que debió conformarse con que los radioescuchas lo recuerden convertido en frecuencia ochenta y tres años después de su extinción, cuando sus restos ya descansaban en la Plaza Miserere.

Por eso la historia argentina demuestra, o al menos demostraba hasta hace un tiempo, que era inmutable ante el exitismo de los sonoros fallecimientos y dejaba que el tiempo ponga las cosas en su lugar para rendir o no homenaje. Todo hasta que apareció un hombre llamado Néstor Kirchner que derrumbó el sistema con la herencia de poder de su esposa. El repentino e inesperado fallecimiento del ex mandatario no sólo provocó una ola de redenciones desde el circulo K, sino que obligó a todos los que se encuentran fuera de él a recordarlo, al menos inconcientemente, en gran parte de los actos cotidianos.

Desde su muerte, Néstor Kirchner dejó de ser un mero nombre ocupante de una casilla en la lista de los ex presidentes argentinos para darle identidad a un hospital de Florencio Varela, a una plaza de San Telmo, a una escuela en Chaco, al aeropuertos de Villa María y a una radio de La Pampa, eso sin contar que también se encuentra presente en una campaña nacional para pintar escuelas, en un barrio de San Juan, en la flamante terminal de ómnibus de San Salvador de Jujuy, en múltiples avenidas y calles, en un álbum de figuritas coleccionables para niños e incluso en el Clausura 2011, que se empeña, por esas cosas, en ser uno de los más nefastos que se recuerden.

Todo esto a menos de un año de su muerte obliga a hacer una comparación con la orden de Juan Domingo Perón de bautizar Eva Perón a la provincia de La Pampa y a la ciudad de La Plata en 1952. Todo esto demuestra también lo corroído que está el concepto de icono popular, que merece un trato mucho más serio de el que se le está dando. Argentina ya no busca pintadas que recen «viva el cáncer». Tampoco provincias llamadas Néstor Kirchner.

Matías Rodríguez

Periódico El Progreso

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