viernes, 17 de junio de 2011

“Volvería a la Plaza a defender a Perón”

El dramático relato de un sobreviviente del bombardeo a Plaza de Mayo. Macedo Cáceres, varelense y peronista, muestra la herida de una granada. A 56 años del crimen emblemático contra el gobierno de Perón.




Corría el 16 de junio de 1955. Una densa niebla matinal cubría entonces buena parte de la Ciudad de Buenos Aires. Era jueves y el movimiento en el centro de la urbe, intenso.

Cerca del mediodía, en Plaza de Mayo, abuelos y niños disfrutaban de una jornada que parecía serena. Pero esa quietud se rompió. El rugir de 34 cazas bombarderos sembró el pánico en los alrededores de la Casa Rosada; nadie lo sabía, pero con la llegada de esos pájaros de acero, acababa de ponerse en marcha una maquinaria genocida.

VÍCTIMAS

En minutos, la Plaza se tiñó de sangre y horror. El atroz ataque aéreo del '55, fue orquestado por la Marina; la Aviación Naval y sectores civiles antiperonistas. El objetivo era terminar con el gobierno constitucional del presidente Juan Domingo Perón. Los aviones Gloster Meteor de la Armada descargaron más de diez toneladas de explosivos sobre la Plaza matando a 364 personas e hiriendo a otras 800, en su mayoría civiles.

IN SITU

A pocos días de cumplirse 56 años de aquel infierno, Macedo Eladio “Lalo” Cáceres, de 72 años y vecino de Florencio Varela, recibió a InfoSur para recordar aquella masacre en primera persona como víctima. “Del pasado no te podés olvidar”, arrancó el hombre que nació en Colonia General Aquino, República del Paraguay, pero que a los 8 años debió exiliares junto a su familia en la Argentina, tras la guerra civil ocurrida en aquel país.

Cáceres fue testigo y protagonista en la convulsionada jornada del 16 de junio del '55. Como si el tiempo no hubiera pasado ni un minuto, recordó: “tenía 16 años recién cumplidos y trabajaba en una tienda de cadetes en Avellaneda. Ese mediodía los muchachos de la Juventud Obrera Cristiana, me pasaron a buscar en un camión sodero. Ibamos decididos a defender a Perón a la Plaza”, señaló.

AL FRENTE

Eran épocas de compromiso militante y de evocación de la doctrina humanista del justicialismo. Al igual que otros cientos de trabajadores, Cáceres -peronista por convicción- llegó a los alrededores de la Casa Rosada, más precisamente frente a la Catedral Metropolitana. “No nos dejaban pasar, pero la escena era realmente escalofriante”, rememoró. “Llegamos un par de horas después de que comenzó el ataque. No sabíamos qué pasaba ni quién era el enemigo. Lo único que se escuchaba eran estruendos y gritos. Todos los que estabamos allí sabíamos que estabamos dando la vida por Perón”, precisó.

HORROR

Para entonces la Plaza de Mayo y sus alrededores estaban envueltos en llamas. Todo era muerte y dolor. “Recuerdo que una bomba había cortado un trolebús por la mitad y que una señora tenía amputada su pierna por disparos de ametralladoras, muy cerca de donde yo estaba. Algunos compañeros la ayudaron arriesgando su vida. Tiraban bombas y también en tierra había disparos de los rebeldes contra miembros de la CGT”.

Como secuela de esa guerra contra un gobierno democrático y un pueblo que se animó a salir a la calle a defenderlo Cáceres sufrió una grave herida en su pierna derecha que lo acompañó por el resto de su vida y que lo mantuvo tres veces internado al borde de la muerte.

El varelense cree que una esquirla pudo haberlo alcanzado en medio de una corrida en la que terminó en el piso junto a otros compañeros. “No tengo claro que me pasó. Al principio no me di cuenta de la herida, aunque tengo la imagen de que corrimos por un estallido y caí al piso”, dijo. Entonces, lo importante era huir del horror.

ASALTO

En simultáneo, efectivos de la Marina de guerra y los “comandos civiles” continuaban intentando sin éxito copar la Casa Rosada y tomar prisionero a Perón, o matarlo. El mandatario buscó refugio en el edificio del Ministerio de Guerra desde donde dispuso sofocar la rebelión. Los aviones Gloster Meteor continuaban bombardeando todo el sector y ametrallaban la sede del gobierno y la Plaza de Mayo. Cáceres estaba allí.

CAMBIO

La acción criminal parecía no tener fin. Los aviadores subversivos lanzaron casi diez toneladas de trotil y por segunda vez en la historia argentina, la Plaza de Mayo fue bombardeada. Tras varias horas de ataques, los rebeldes emprendieron la retirada al Uruguay donde recibieron asilo. “Estos asesinos no vacilarán en tirar contra ellos. Esta es una cosa de soldados. Yo no quiero sobrevivir sobre una montaña de cadáveres de trabajadores”, refirió Perón en el final de la jornada, durante un mensaje a los argentinos, entre quienes ya nada sería igual.



HERIDA LATENTE

La recuperación de la herida en su pierna no fue fácil. “Lalo” Cáceres pasó varios meses internado en el hospital donde lo operaron para salvarle la extremidad. “Fue muy duro. En esos días no había medicina avanzada como ahora y la pierna se infectó. Una noche levanté fiebre y me tuvieron que internar”, confió.Por entonces escaseaban los antibióticos y tras varias recaídas logró recuperarse gracias a la aplicación de Terramicina, la única droga de su tipo en la época. “Un doctor de nombre Mendiberri del hospital Fiorito me salvó la vida”, recordó una vez más.

Cáceres no alcanzó a participar de la resistencia popular al golpe de Estado que le acertaron al presidente Perón en septiembre de 1955. “Lo lamenté mucho. En ese momento estaba internado por la herida en la pierna”, indicó. El 19 de ese mes las Fuerzas Armadas dirigidas por el general Aramburu y el almirante Isaac Rojas, derrocaron al presidente mediante lo que llamaron “Revolución Libertadora”. En un nuevo quiebre nefasto para la historia argentina, comenzaba un largo exilio para el mandatario y un régimen represivo y reaccionario contra el pueblo argentino.


InfoSur Diario

No hay comentarios:

Publicar un comentario