La elección del 2 de abril es, en verdad, un ejemplo claro de la ambigüedad oficial que en relación a la guerra mantuvo la democracia y que se agravó en los últimos años.
Por un lado se rechaza y enjuicia a la dictadura pero, por otro, se instituye la fecha y la recordación de esa guerra como parte de una justicia que implica aceptarla en nuestra historia como episodio positivo.
No podemos conmemorar la etílica decisión de un sangriento dictador de ir a una guerra perdida de antemano, exponiendo cientos de vidas de nuestros hijos.
Menos que menos conmemorar la complicidad de los medios estatales confundiendo a gran parte de la población y generar un optimismo feliz cuando miles de soldados caían en esas islas heladas.
Tampoco conmemorar la ilusión ingenua de los argentinos que salieron ese día a la calle a festejar dando rienda suelta a su manipulable nacionalismo; mientras que dos días antes habían salido esos mismos argentinos a reprobar ese gobierno totalitario.
No podemos en una misma fecha «celebrar» una decisión de la dictadura en boca de un «borracho» con el sacrificio de los que estuvieron en las islas y pasaron mil penurias en las circunstancias más adversas. A los muertos y a los heridos, muchos de ellos no físicamente, pero sí heridos profundamente en su alma y así lo demuestra el altísimo número de ex combatientes que se han suicidado.
Los HEROES Y VETERANOS DE MALVINAS deben ser recordados, pero no de este modo, ni en esta fecha.
La memoria de las víctimas - quienes cayeron en las islas, en aguas del Atlántico Sur y, debido al escandaloso menosprecio al que fueron sometidos, en la dolorosa posguerra en el continente - debe ser preservada porque evoca una serie de tragedias que todavía recorren la Argentina como fantasmas y nada tiene que ver la memoria de cientos de patriotas que dejaron sus vidas con una fecha tan nefasta y repudiable como es el 2 de Abril..
Periódico EL PROGRESO
No hay comentarios:
Publicar un comentario