sábado, 14 de junio de 2014

¿Cuál es el límite del teatro callejero?: Hacen humor en la peatonal con un secuestro virtual



No estamos en contra de la fuente de trabajo: Primera linea de esta nota para marcar la raya de la cancha y que no vengan a Varela al Día en manifestación. Solo queremos reflejar algo para que no lo vuelvan a hacer.
El teatro de callejero se puede denominar a cualquier tipo de escenificación, dramatización o representación, con voluntad artística o de espectáculo, que se hace en escenarios urbanos más o menos improvisados, al aire libre y sin que los espectadores hayan tenido que pagar.
En los diccionarios temáticos se define como un estilo de teatro que se presenta "en lugares exteriores a los edificios tradicionales"; y se enumeran: calles, plazas, zocos y mercados, estaciones de metro y ferrocarril, recintos universitarios al aire libre, etc.
De un tiempo a esta parte la Peatonal Monteagudo se ha convertido en un escenario de tres cuadras donde el teatro callejero exhibe sus variantes con el enojo de los comerciantes. Muchos han elevado sus quejas ante las autoridades, pues las enormes rondas de gente distraen el interés del publico. Y todo lo aqui dicho se observa en vivo y en directo a través del sistema de monitoreo de cámaras. Pero eso será cuestión de las autoridades, las que deban actuar en consecuencia.
ACCION
El martes pasado Varela al Día presenció, en horas de la tarde, uno de los tantos espectáculos de teatro callejo en la Peatonal Monteagudo. Frente a Pepona, entre Boccuzzi y Mitre, la ronda de público, se observaba a lo lejos. Las risas de quienes se detuvieron a ver la “obra”, marcaba que los artistas sabían de que se trataba. Claro que el vocabulario no era el más cuidado, tampoco los chistes para generar humor. De pronto uno de los dos intérpretes de esa obra sin nombre, hace participar a una joven. La toma de su mano y la lleva al centro de la ronda del público. La mujer estaba hablando por celular y se prestó al juego. Claro que ignoraba lo que habría de suceder. El intérprete le preguntó con señas con quien hablaba. La muchacha respondió “con mi mamá”
De un manotazo el “artista” tomó el celular de la joven para dar inicio al siguiente dialogo. Palabras más, palabras menos, e interpretando los dichos del “artista”
-Hola, escucheme una cosa, señora. Tenemos secuestrada a su hija.
-¿Y usted quién es?-habría dicho la mujer.
-¡Cómo que quien soy! Soy el que tiene secuestrada a tu hija y me vas a pagar un rescate por eso. ¿Viste que la tengo aca?
Para esto el aprendiz de actor- un muchacho ya grande, con un vocabulario ideal para el personaje que interpretaba con el celular- debería haber pensado en que la asustada madre podría hasta desmayarse y ni que pensar si sufriera alguna insuficiencia cardíaca.
La madre entregó el celular a su marido y este le habría preguntado al secuestrador que quería.
-Quiero plata, ¿no te diste cuenta que soy un secuestrador?
El público se retorcía de la risa, ante la triste escena.
-¿Cómo dijiste? ¿Qué me vas a venir a buscar? ¿Querés saber como estoy vestido? Dale, venite nomás que estamos en la peatonal.
Fue la última escena de un secuestro virtual, en vivo y en directo y con público que aplaudía el dolor del otro. El “artista” devolvió el celular a la preocupada joven, quien dedicó algunos minutos para contarle a sus padres que todo se trataba de una broma. ¿Cuál es el límite del teatro callejero?

Varela al Día

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