En un lugar se ve, en otro no. La bachata que se baila en
Palermo y Florencio Varela tienen diferencias. En Niceto comienza alrededor de
la medianoche con canciones de Romeo y algunas salsas. El público es tibio y
muchos no saben bailar. Tal vez sea porque el boliche tenga otro estilo y su
público habitual sea amante del pop, rock, reggae, electrónica y más. Todo es
nuevo aunque tendrán revancha en un mes cuando se venga la segunda. La historia
cambia en zona sur. Las personas que van de un lugar a otro (boliche, bar,
club) son generalmente las mismas como sucede en Samu Bar. Todas las parejas
saben lo que bailan y, por qué no, cantan las canciones. Ellos se conocen ya
que toman clases en diferentes sitios de Varela, Quilmes o Wilde. También el
vestuario es diferente: aunque en Palermo no se vean muchos zapatos de baile,
en Varela sí los hay, como se visualizan los chalecos, minishorts, vestidos y
el exceso de brillos. “El ámbito es básicamente el comportamiento, es ir a
disfrutar de la música. En otros ambientes los que más importa es el alcohol y
‘el levante’ entre hombres y mujeres”, dice Julieta, marcando otra diferencia.
La jornada bachatera no es la misma que la cumbiera: comienza a las 23 o 24 y
concluye alrededor de las 6 de la madrugada.
Clarín.com
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