Había que estar. Había que dar el presente. Ese orgullo del hincha por participar de la gran fiesta que sucedió el lunes último por la noche, donde el pueblo varelense, el hincha del Halcón, colmó con su presencia y calor un Tito Tomaghello remozado, un estadio que estuvo a la altura del espectáculo.
Cuando el Defe y San Lorenzo saltaron al terreno de juego, el decorado que rodea al fútbol fue una verdadera pinturita. El mejor dibujo. Una obra del mejor artista que pinta con trazos de pasión el folklore de nuestro fútbol. El ser futbolero, ese pueblo que se mezcla y se iguala detrás de los colores de Defensa y Justicia. El verde y amarillo que está grabado a fuego en los corazones y que en la noche del lunes tiñó cada rincón del Tomaghello.
Y es difícil describir el orgullo que siente el hincha por el estado renovado con el que encontró "su casa". La nueva platea, la zona de vestuarios, los alrededores, cada rincón del hogar histórico del Halcón fue la excusa para encender ilusiones y esperanza.
Porque más allá del resultado y de la derrota que se consumó tras los 90 minutos de juego, el hincha se fue contento y agradecido. Con la frente alta y entusiasmado por esas obras que tanto se hicieron desear pero que hoy se convirtieron en una realidad, con el estadio referente de nuestra ciudad. Ya, un monumento que pasará a la historia. Por lo que fue, por lo que es y por lo que será...
Después, como siempre, la familia, la alegría popular, el gorro, la bandera, la vincha, los sonidos de una hinchada que sabe cómo vivir la fiesta del fútbol. Impecable comportamiento. Elogiable el aliento. Admirable el sentimiento de esperanza que dejó, aun, pese a la derrota.
Y ese Halconcito inflable que hizo de manga para la salida de los equipos, que le dio un toque jovial, llamativo y hasta infantil (que lindo es, en estos y en cualquier tiempo, referir a esa etapa) al espectáculo.
Desde estas páginas ponderamos la organización de todo el club, que estuvo a la altura de lo que generó la segunda visita a Varela de un grande como San Lorenzo. Todo salió bien, y hasta la gente de prensa de la institución, apremiada por la intensa tarea que les cupo en el primer partido del Defe como local, cumplió de manera excelente con su tarea.
Al César, entonces, lo que es del César. La parada era exigente. Primer partido del año, estadio más que maquillado, con mucho de nuevo, y alto compromiso deportivo. El resultado no admite discusiones: todo, menos ese 1-2 un chachito doloroso, salió a la perfección.
infosurdiario.com.ar
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