viernes, 5 de junio de 2015

PATRIARCADO y VIOLENCIA DE GÉNERO

Por: Licenciado Jorge A. De Gioia

El concepto de patriarcado refiere a la dominación masculina y a las relaciones de poder a través de las cuales los hombres ejercen el dominio sobre las mujeres. El patriarcado es una organización social primitiva donde el hombre es la cabeza de la familia y ejerce su autoridad. Históricamente,  esa tipología organizativa no ha sido estática, havariado sus formas, acorde se fueron dando diversos cambios sociales, muchos de ellos impulsados por grupos feministas radicales o marxistas. Lo que no ha cambiado es su tendencia hacia la subordinación de las mujeres, bajo diversas variantes que han servido a la vez para invisibilizar sus luchas en busca de igualdad de condiciones, de trato, reconocimiento de sus aportes en determinados momentos históricos,de no ser violentadas de variadas y múltiples formas, por ser consideradas integrantes de un género “débil”, por parte del hombre, que las margina y limita socialmente, aún en la actualidad.

Con respecto al concepto de género, para su mejor comprensión, hay que mencionar que para las ciencias sociales, su definición se relaciona a la sexualidad de los individuos, es decir que  clasifica a las personas en género masculino o femenino, aunque va más allá y también se lo concibe como una manera en que cada una de las personas se define, sin importar que su genitalidad haga referencia al sexo femenino o masculino. Lo que nos permite el concepto, al estudiarlo como tal, es ampliar nuestro conocimiento acerca de la condición humana y comprender a las mujeres como parte integrante de la sociedad y no aislada de ella, a la vez nos permite reordenar las demás categoría sociales, políticas y culturales, traspasando los límites impuestos por el conjunto binario hombre –mujer.
A fin de aproximarnos a una definición de violencia contra la mujer y consustanciarnos con el término, tenemos que  tomar la surgida en la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres, que en su Artículo 1º expresa: “Para los efectos de esta Convención debe entenderse por violencia contra la mujer cualquier acción o conducta, basada en su género, que cause muerte, daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico a la mujer, tanto en el ámbito público como en el privado.”
Continuando en su artículo 2º, “ Se entenderá que violencia contra la mujer incluye la violencia física, sexual y psicológica:
a) que tenga lugar dentro de la familia o unidad doméstica o en cualquier otra relación interpersonal, ya sea que el agresor comparta o haya compartido el mismo domicilio que la mujer, y que comprende, entre otros, violación, maltrato y abuso sexual;
b) que tenga lugar en la comunidad y sea perpetrada por cualquier persona y que comprende, entre otros, violación, abuso sexual, tortura, trata de personas, prostitución forzada, secuestro y acoso sexual en el lugar de trabajo, así como en instituciones educativas, establecimientos de salud o cualquier otro lugar;
c) que sea perpetrada o tolerada por el Estado o sus agentes, donde quiera que ocurra.
Aclarados los significados de los conceptos principales, podemos indicar que patriarcado y violencia de género, no son opuestos, uno es generador de otros, van de la mano, el patriarcado no se explica desde el enfoque sexualista, ni desde la división del trabajo, en caso de una autora como Silvia Walby,  en su teorización de patriarcado (1999),  lo trata como un sistema social compuesto por seis estructuras clave:
1)-Las relaciones patriarcales de producción en el hogar
2)-Relaciones patriarcales en el trabajo pago
3)-Relaciones patriarcales en el Estado
4)-Violencia masculina
5)-Relaciones patriarcales en la sexualidad
6)-Relaciones patriarcales en las Instituciones culturales
En la primera estructura, el hombre se apropia del trabajo de la mujer, quedando esta limitada a la tarea del hogar, como productora y reproductora de las condiciones sociales que la siguen manteniendo bajo el control directo del hombre. En este caso la estructura dominante se ubica en el  ámbito privado, donde el hombre subordina a la mujer, ejerciendo violencia sobre sus libertades individuales, sobre su sexualidad y sus derechos inalienables como ser humano y parte integrante de la sociedad.La segunda de las formas surge en el ámbito de la Empresa Privada y el Mercado (privado), donde el hombre excluye a la mujer de los mejores empleos y la segrega a puestos de menor cuantía o exigencia, con diferentes brechas salariales, considerándoselas no aptas para otras tareas que desarrolla el hombre, no se las pone en un pié de igualdad, siendo otra forma de la violencia contra las mujeres, construida de manera tal quelogra un cierto nivel de aceptación por parte de la mujer, que sigue subordinada.
La tercera forma refiere al ámbito público, a la esfera de lo Estatal, donde los sesgos se dan en los programas y en las acciones, se las mantiene subordinadas, invisibilizadas, con brechas salariales importantes y con segregación. Los programas de capacitación, enseñanza, definen sus posiciones laborales (enfermeras, ayudantes de laboratorios; instrumentistas, secretarias, etc.).
En el ámbito de la política, la situación de las mujeres no registra mayores variantes,  si bien se logró una Ley de Cupos, no hay igualdad de trato, ni tampoco acceso  igualitario a los cargos públicos, donde  se sitúa el poder decisorio, se las deriva, por lo general a lugares de mucho trabajo y poco poder decisorio (Ej. Comisiones de familia). Difícilmente presidan comisiones clave como Presupuesto y Hacienda u Obras Públicas, allí son hombres los que ocupan los lugares, los mismo sucede en la Presidencia de los bloques políticos. Cortar las aspiraciones de progreso de la mujer,  quitarle la posibilidad de tener poder decisorio, no es solamente ponerles un límite, es mantenerlas subordinadas al hombre, no reconocer su importante aporte a la sociedad y otra forma de ejercer violencia de género, más sutil, pero no menos efectiva en cuanto a sus efectos.
La cuarta forma, nos lleva a un campo cada vez con mayor visibilidad, debido a que tiene más prensa: el del femicidio o feminicidio, donde la violencia del hombre hacia la mujer es cada vez mayor. Ambos conceptos son una categoría de análisis que surgió en las ciencias sociales con el objeto de visibilizar las muertes de las mujeres perpetradas por sus parejas, ex –parejas o terceras personas, en razón del género de la mujer víctima del delito. En Argentina, el femicidio no es una figura jurídica diferente del homicidio, solo se trata de un concepto político que busca instalar en la agenda pública las particulares circunstancias en que se dan los asesinatos de mujeres, se relaciona con temas de la agenda de los movimientos femeninos cuya finalidad es instalar el termino, desde la perspectiva de género, tanto en la agenda pública como en la social.
El Observatorio de las Mujeres en los Medios que el Equipo Latinoamericano de Justicia y Genero (ELA), llevo a cabo entre 2009 y 2011, un trabajo que sirve como indicador de la relevancia que los medios le dan a este tema y su influencia en la sociedad, mostrando la preocupación de instituciones públicas y privadas por el incremento de los femicidios, forma extrema de violencia contra las mujeres que termina con su vida y recibe una condena generalizada, aunque sin embargo no se consiguen tomar medidas efectivas de protección desde el Estado contra una temática que va increscendo, hacia el interior de una sociedad que parece tender hacia la violencia como forma de resolución de conflictos, no del todo claros en sus orígenes.Encubierta en estas formas de violencia, se sigue disfrazando la figura antigua del patriarcado, bajo la idea de que las mujeres son propiedad de los hombres, que pueden disponer de sus destino, de sus anhelos, de su autonomía y en ese contexto se van consolidando relaciones de género para muchas mujeres y varones que naturalizan ese estado de subordinación, que se da por dependencia económica y emocional, llevándolas al encubrimiento de sus situaciones y a una trampa mortal de la que muy pocas veces se sale indemne por parte de la mujer.
Es evidente que las formas de tratamiento sobre la producción de notas periodísticas referidas a femicidios son  tratadas desde un enfoque más mediático, propagandístico o sensacionalista –si se quiere- del hecho en sí,colocando a la mujer como figura principal, como víctima de un hecho y no como alguien a quien se le han vulnerado sus derechos al sufrir violencia de parte del hombre y ello invisibiliza el fondo de la cuestión  impidiendo su inclusión en la agenda pública, dado que la forma en que se trata un determinado hecho, es contribuyente a la formación de opinión pública.En otros casos, las notas comienzan detallando la historia personal de la mujer afectada revictimizándola y hasta mostrándola como si en parte fuese culpable de lo que le sucedió, lo cual como resultado opuesto, favorece al hombre victimario,  no permitiendo que el hecho sea visibilizado más allá de lo que sería la esfera privada.Estas formas de tratamiento de las notas, tienen efectos sobre la percepción social, en relación a las mujeres y sus derechos, en especial en Latinoamérica, donde es cada vez más preocupante el incremento de los casos de violencia contra las mujeres.
Otra temática a observar es la de los estereotipos, que lleva también a responsabilizar a las víctimas de violencia, como provocadoras del sucesos al relacionarse con su vestimenta (llevar pollera corta; mostrarse más sexi; mejor arreglada, etc.), lo que refuerza una escala de valores machista persistente a lo largo del tiempo, indicador que la figura del patriarcado que aún se mantiene vigente en muchos países orientales, en los de occidente ha variado su denominación, en la figura más moderna del machismo.
La quinta forma que se plantea es la de las relaciones patriarcales en la sexualidad, donde la heterosexualidad compulsiva y el doble estándar sexual son sus contornos básicos. En este caso la heterosexualidad compulsiva refiere nuevamente a una imposición patriarcal, a un pensamiento que no se permite ver otras formas de sexualidad, que como se expresó con antelación, no se determina por tener pene o clítoris en forma exclusiva, sino por la construcción que se  va da dando en forma temporal en todo ser humano y que lleva a la bisexualidad, a la homosexualidad, a sentirse varón en un cuerpo de mujer o viceversa, por citar algún ejemplo práctico.La heterosexualidad compulsiva se erigió durante siglos como natural y natural con el explícito apoyo de la religión, es especial la católica, a tal punto que se normativizó, generando castigos para la mujer que osaba infringir el ámbito de lo familiar y gozar de su sexualidad, como una adúltera, a la que se le privaba hasta de gozar de su patrimonio o el que le correspondiere en caso de separación, lo cual implicaba otra forma de violencia hacia la mujer, siempre por parte del hombree, teniendo en cuenta que éste generaba y genera aún hoy día las normas que rigen las conductas sociales (Leyes, Códigos).
Las mujeres desde la etapa de la sociedad patriarcal a nuestros días, en la cultura occidental, reciben una fuerte socialización con respecto al matrimonio y a normas de conducta que las ciñen al ámbito de lo privado, en una función meramente productiva y reproductiva, alejada del placer, de lo erótico, de lo emocional. En este caso, el matrimonio es la forma de asegurarse descendencia y asegurar a su vez la reproducción social a través de la familia, lo cual subalterniza a la mujer como parte integrante del ejido social y la mantiene en la esfera de lo privado, del hogar, donde sufre situaciones de dominio, basadas en relaciones de poder que impone la figura masculina.
Cuando las mujeres se unen en grupos de resistencia a las situaciones que las oprimen, más allá de si son radicales o marxistas, lo que intentan es romper el status quo imperante, salir de las situaciones de violencia que padecen, lograr igualdad, pero lo primero que encontraron fue castigo o condena por parte de la heterosexualidad y a la vez negación de derechos, a tal punto que casi no aparecen mujeres destacadas en escritos históricos producidos por hombres y si están, es tangencialmente, se las invisibiliza, lo cual es otra forma de ejercer violencia de género, al no dárseles el lugar que les correspondería socialmente.El doble estándar es parte de la filosofía del patriarcado, la prostitución es necesaria para entretener a los hombres y la homosexualidad es pensada como una pérdida de la virilidad, del machismo, como el fin del control sobre la emocionalidad y sexualidad de la mujer, por ello la importancia de la figura del matrimonio como institución, más de dominio sobre la mujer que de crecimiento personal e igualdad de derechos con respecto al hombre.
La sexta forma son las relaciones patriarcales en las instituciones culturales, que incluye las religiones, los medios de comunicación y la educación. Los podemos visualizar a todos ellos como sitios de poder donde la posición estratégica de privilegio está ocupada por hombres y de allí parten las segregaciones y las imposiciones en el caso de la religión; la misma segregación se encuentra en los otros dos sitios, agregándose en el caso de las comunicaciones las formas en que se utiliza el cuerpo de la mujer en todo tipo de propaganda de productos subestimando sus capacidades físicas (caso propaganda de Míster Músculo) o en otros casos  destacando sus atributos físicos y atractivos, aunque siempre subordinándola (Ej, propaganda del perfume de Antonio Banderas) resaltando en todos los casos la figura del hombre.
Las seis estructuras presentadas por Walby, son consideradas de explotación de las mujeres, aunque como se ha explicado también son estructuras generadoras de diferentes tipos de violencia contra la mujer y a su vez conllevan violaciones de los Derechos Humanos, cuando la violencia es ejercida o permitida por omisión, en el nivel del Estado.Bajo la figura del patriarcado,  en el ámbito de lo privado, las mujeres estaban confinadas a sus hogares, no teniendo participación en la esfera pública como tampoco en el ámbito laboral privado (esto se rompe en la segunda guerra mundial y con la economía de producción fordista, aunque no ha tenido la prensa suficiente); con respecto al ejercicio de la ciudadanía, no podían elegir ni ser elegidas, estaban excluidas; sufrían sanciones extremas a su sexualidad no marital (aún en países orientales, de religión islámica, se ejerce violencia extrema contra las mujeres, llegando a lapidarlas); la violencia hacia la mujer era algo normal, legítimo y tolerada por la sociedad.
La lucha de los colectivos de mujeres por salir de un esquema perverso hacia su condición, llevo en el mundo moderno contemporáneo a lograr ingresar en la esfera pública y en el mercado laboral, aunque subordinadas, con grandes brechas salariales en comparación con el hombre y aún con altos niveles de segregación de aquellas tareas de mayor importancia y poder decisorio. Las sanciones a su sexualidad no marital son menos severas y desaparecieron del código la figura de adulterio, aunque los estándares siguen siendo diferenciados entre el hombre y la mujer, encontrándose éste más favorecido en la aplicación de las leyes o sanciones.La violencia contra las mujeres encuentra más condenas y menos legitimación social, aunque sigue sin ingresar en la agenda política y pública, como un problema a resolver, mediante una intervención multidisciplinaria. También se despliegan nuevas estrategias de inclusión de la mujer en casi todos los planos, aunque la tendencia a la igualdad de condiciones, de acceso al cargo público y de trato, aún están lejos de alcanzarse, como asimismo el fin de la violencia de género, tal lo demuestra la marcha del día 3 de junio de 2015 en Argentina “ni una menos”, que busca mantener visible la problemática de la violencia contra la mujer y hacer que esta ingrese en la agenda social y pública-estatal.
Las investigaciones efectuadas por el Equipo Latinoamericano de Justicia y Genero sobre violencia contra las mujeres, en el área de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, indica que el 71% de las situaciones de violencia se generan en el ámbito familiar; un 19% en el ámbito social y  el 11% en el ámbito laboral.
Estos datos varíanen la Provincia de Buenos Aires con respecto a las mujeres, donde la violencia en la pareja se da en un 61% de los casos y en la CABA en el 67%, en tanto la violencia de padres a hijos en la CABA es de 17% y en el GBA de un 25%. La violencia entre hermanos registra un 4% en el GBA, en la CABA no hay datos al respecto. Si miramos los datos referidos a la violencia entre ex parejas en la CABA asciende a un 17% y en el GBA a un 2%., correspondiendo los datos al periodo 27 de julio de 2011 al 16 de agosto de 2011, con un tamaño muestral de 750  casos entrevistados.La lectura de los datos nos lleva a ver parcialmente como las situaciones de violencia se dan en un lugar privado, tal como el hogar, donde se actúa con impunidad, donde la víctima no puede recurrir a solicitar ayuda, un lugar en el que, según la posición económico social, también se encuentran complicidades para que el hecho violento no tome “estado público”, máxime teniendo en cuenta que el 82% de las personas afectadas por estas situaciones de violencia son mujeres.
Los casos de violencia familiar,  donde el hombre ejerce relaciones de poder, tanto emocionales como patrimoniales, impiden a su vez el acceso a la justicia por parte de la mujer afectada, no activándose algunos de los mecanismos existentes de protección para estos casos. Cuando en algunos casos la mujer afectada por violencia de género puede acceder a alguna instancia judicial, no logra el apoyo y los recursos necesarios para poder evitar seguir siendo víctima de la violencia por parte del hombre, regresando en la mayoría de los casos al mismo lugar, donde arriesga su vida en forma permanente.
Es evidente que la figura del patriarcado, como se indicó al principio de éste trabajo, llevo de la mano a la violencia contra la mujer y con el correr de los tiempos le dio múltiples formas, algunas visibles por acompañar lesiones materializadas en lo corporal y otras menos visibles por ser ejercidas psicológicamente, tales como insultos, amenazas, segregación en lo laboral, acoso sexual, no ejercicio de sus libertades sexuales, no ejercicio de su ciudadanía y muchas otras figuras como la violencia económica o patrimonial, todo lo cual ha configurado una cultura que llevo del patriarcado al machismo, sin generar grandes cambios hacia el interior que pusiera fin a la violencia contra la mujer.Sigue arraigado el pensamiento machista en el ámbito de lo familiar, de lo laboral, de lo educativo, de lo cultural, de lo religioso y de lo político estatal, impregnando todo el ejido social, en especial en Latinoamérica, donde la violencia contra las mujeres o de género, es hoy día un problema social a resolver mediante estudios interdisciplinarios que promuevan cambios sociales y mentales desde la base misma constitutiva de la sociedad, que es la familia, donde debe propenderse a una nueva forma de educarse para lograr parámetros de igualdad en todos los campos entre mujeres y hombres, dejando de considerarlas subordinadas y de sexo débil, pasando a verlas como promotoras y contribuyentes a una sociedad mejor y sin violencia de género.
Bibliografía consultada:
WALBY, Silvia, TheorizingPatriarchy, Gran Bretaña, 1990.
GHERARDI, Natalia, Más allá de la denuncia: los desafíos para el acceso a la justicia. Investigaciones
sobre violencia contra las mujeres, Buenos Aires, ELA 2012.

MORELLI, Mariana, REY, Paula, GHERARDI, Natalia, La violencia tiene prensa, Informe final del Observatorio Regional “Las mujeres en los medios”,. Equipo Regional Feminista por los Derechos Humanos y la Justicia de Genero. Informe regional coordinado por ELA, Buenos Aires, 2011.

TORRES, Leila, Artículo “La heterosexualidad compulsiva”, 12 de mayo de 2010, la Rioja, publicado en http://www.datarioja.com/index.php?modulo=notas&accion=ver&id=3324.

BEECHEY, Verónica, Sobre el patriarcado, apunte de clase.


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