jueves, 3 de marzo de 2016

¿Las razones del victimario?


Imagen de la noticia para f varela de Notas

Por Mariel Martínez. El 23 de febrero pasado fue encontrado en Florencio Varela el cuerpo de una travesti asesinada brutalmente. Unos días después, el 28 del mismo mes, los cuerpos de las mendocinas Marina Menegazzo y María José Coni, fueron hallados sin vida en Ecuador.

Pasó una semana casi exacta desde el 23 de febrero. Hace una semana, en Florencio Varela se cometió un femicidio. Ninguno de los grandes medios se ocupó de cubrir el caso. Los medios-medio pelo que dijeron algo del tema, nombraron asesinato. Nombraron José Miguel Zalazar sin preguntarse por su identidad autopercibida. Nombraron “peruano” como si eso pudiese ser un incentivo al crimen. Nombraron que muerto con tacos y pollera corta. Yendo de noche a un bar. Los grandes medios no nombraron nada, y los medios-medio pelo nombraron las culpas de la víctima que son, casualmente, las razones del victimario.

Lo que nombran los lectores que comentan entristece pero no sorprende. Al igual que los editores, los periodistas y cada uno de los femicidas consumados, cómplices o potenciales, han sido educados en un sistema que enseña a objetualizar y violentar cualquier cuerpo con pollera y a empezar las investigaciones de un crimen midiendo la altura de los tacos. Por supuesto que eso no los justifica, pero los explica. Explica la crueldad, la irracionalidad absoluta que fuerza a rezar un mea culpa a aquellas que ya no pueden hablar. Porque sí, está bien, una travesti asesinada. Pero bueno, peruana, de noche, yendo a un bar. Top, pollera y tacos. Florencio Varela. Qué querés.

Hace una semana del 23 de febrero. De las muertes de Marina Menegazzo y María José Coni, asesinadas en Ecuador mientras vacacionaban sí se ocuparon los medios, aunque tardaron bastante en vencer su propia resistencia y denominarlas femicidios. Aunque tuvieron que sumar discusiones a aquella primera hipótesis que indicaba que las chicas “le pidieron asilo a cualquier desconocido” y que bueno, esos desconocidos estaban borrachos. Qué querés.

Varias voces -sin embargo siempre pocas y poco escuchadas- tuvieron que salir otra vez señalar lo obvio: no somos portadoras de las razones de nuestras muertes. No hay nada en nosotras que justifique que nos maten. Ni ser travestis. Ni usar pollera. Ni viajar solas.

Hace una semana del 23 de febrero, y unos días de los femicidios de las mendocinas y resulta que varias voces -aunque siempre escasas y siempre mal señaladas- tuvieron que volver sobre las palabras: Marina y María no andaban solas, andaban juntas. Y si de otra forma hubiese sido, si cada una hubiese decidido rumbear Latinoamérica cargada de mochila y soledad, tampoco esa hubiese constituido una razón para explicar la muerte. Nada, absolutamente nada de lo que las mujeres o cualquier otra identidad sexual disidente hagamos con nosotras mismas, busca nuestra destrucción. No nos queremos muertas. No buscamos que nos violen. No queremos que nos maten.

Una semana. Pocos meses después del masivo “ni una menos”. Y de una travesti asesinada en Florencio Varela de la que casi nadie se ocupa, y de dos universitarias mendocinas muertas en Ecuador de las que es imposible no ocuparse, se buscan las culpas. Sin tapujos o tímidamente. Derecho viejo cuando es desde la marginalidad, o buscando curvas sinuosas cuando se trata, bueno, de dos chicas con futuro. Pero nos matan las mismas manos de mierda que adolescentes nos tocan el culo en el subte, que jóvenes nos compran el sexo y que adultas nos esclavizan. No son manos aisladas. No son manos enfermas. Son las manos que el cuerpo de este sistema patriarcal y asesino necesita para sobrevivir.

No sabemos cuándo va a ser el día en que ya no tengamos que aclarar que la culpa no es ni un poco, ni por asomo, nuestra. Pero sí sabemos que no vamos a esperarlo sentadas, ni escondiéndonos en pantalones holgados, ni solicitando a algún hombre protección y compañía. Vamos a exigir justicia en pollera. Vamos a luchar por nuestras vidas en tacos si fuere necesario.

Y no estamos viajando solas. Porque de nosotras, somos un montón.

notas.org.ar

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