El negocio que le negaron a los bingos porteños
Es cierto. El cambio político y el nuevo panorama económico impactan de lleno en el mapa del juego local, cuyo movimiento más interesante se concentra del otro lado de la General Paz. Hasta el año pasado, unas 300 mil personas pasaban al menos una vez por semana por algún bingo, casino o establecimiento de juego de la provincia de Buenos Aires.
Son 46 bingos. De ese total, 14 pertenecen a la empresa española Codere y concentran el 50% de la facturación en todo el territorio bonaerense. El grupo Midas tiene 4 bingos. Y también explotan la actividad los grupos AGG, Bingo King, Steffani, Glasman y Alejandro Gravier con el Bingo Oasis Pilar y hay otros empresarios como los socios Daniel Angelici y Daniel Mautone. Aunque se trata de un sector que históricamente estaba liderado por Codere y Boldt, Cristóbal López logró avanzar unos cuantos casilleros para quedarse con el negocio.
En 2014, Codere facturó más de $ 5.270 millones en sus 14 bingos, lo que le representó una ganancia de más de $ 1.000 millones. En su momento trascendió que la casa matriz buscaba desprenderse de las filiales locales por la dificultad de girar dinero al exterior. En el libro "El poder del juego" consignan que López era socio de Boldt en Trilenium, el casino de Tigre. Ellos operan en Mar del Plata, Miramar y Tandil; y López compró en Villa Gesell y Pinamar y los trasladó a Malvinas Argentinas y a Ezeiza. También tiene un pie en Olavarría, en sociedad con Federico de Achával (su socio en el Hipódromo de Palermo). Y apuntaba a los bingos de Avellaneda y Florencio Varela, operados por Martín y Gastón Blaquier con empresarios rusos. Se hablaba de una operación de US$ 200 millones.
En la Ciudad el juego en tragamonedas está prohibido, el Hipódromo de Palermo y el Casino Flotante de Puerto Madero son excepciones porque se trata de territorio federal. Cada máquina recauda un promedio diario de $ 2.117.
clarin.com
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