martes, 15 de noviembre de 2016

Perdió votos, pero no las mañas: en minoría, Pereyra se las arregla para gobernar



Por: María Eugenia Suárez | Para Letra P
En un Concejo caliente, el intendente vitalicio de Varela tejió un acuerdo con el massismo para desplazar a Cambiemos de la presidencia y obtener los votos para ordenanzas claves. La grieta en el
En Varela quisieron reconocer a Cristina como ciudadana ilustre y terminaron a las piñas
El escándalo en el que terminó la última sesión del Concejo Deliberante de Florencio Varela fue vinculado con la resistencia de un sector a declarar ciudadana ilustre a Cristina Fernández de Kirchner. Sin embargo, el enfrentamiento entre una patota y algunos concejales fue el resultado de las disputas políticas de la oposición por la presidencia del cuerpo, aprovechadas por el oficialismo, que, desde afuera, se asegura un acompañamiento en proyectos importantes.


Además de un candente debate, la última sesión en el Concejo Deliberante de Varela terminó con golpes, insultos, sillazos, saqueo y robos. Si bien el punto de ebullición ocurrió cuando el concejal del FpV Juan Cruz Daffunchio pidió un reconocimiento para la ex presidenta, que estaría un día después en el territorio conducido por Julio Pereyra, lo cierto es que los ánimos venían caldeados desde el inicio de la sesión.

“El Concejo fue copado por un importante número de hombres movilizados por el concejal massista Juan Olmedo, secretario general de la UOCRA, que desde el inicio de la sesión abuchearon y silbaron a todos los representantes de otras fuerzas”, señaló a Letra P Dardo Ottonello, edil de Cambiemos y ex presidente del cuerpo.

En la misma línea se expresó el presidente del bloque del Frente para la Victoria, Antonio Suárez, quien señaló que “desde el inicio fue una sesión problemática, con mucha agresión verbal por parte de los trabajadores de la UOCRA hacia todos los concejales, incluso el propio presidente, Daniel Zisuela, que era la primera vez que estaba en ese lugar”.

DOS ACUERDOS. Esa sesión fue la primera en la que el massismo estaba al frente de la conducción del Concejo. Hasta las anteriores, había sido Cambiemos, con Ottonello como presidente, la fuerza que estaba al mando.

La designación del ex diputado provincial fue parte de un acuerdo entre el Frente Renovador, Nuevo Encuentro y Cambiemos, en línea con los pactos de gobernabilidad que María Eugenia Vidal tejió con Sergio Massa en la Provincia. “En marzo, sumamos 15 votos de 24 para cambiar la conducción de la presidencia, porque el HCD, durante años, actuó como una escribanía del intendente, donde no prosperaba ninguna solicitud ni presentaciones de la oposición”, sintetizó ex titular del cuerpo.

En aquel momento, la pérdida del control del Concejo por el acompañamiento de los dos concejales de Nuevo Encuentro valió la intervención de CFK durante un encuentro con intendentes. Si bien le pidió a Sabbatella que corrigiera el desaire, también le pasó factura a Pereyra delante de toda la tropa: “Ustedes no pueden andar diciendo por detrás 'yo a CFK no la banco', porque después los muchachos se enojan...".

Sin embargo, las diferencias entre Cambiemos y el Frente Renovador comenzaron a hacer mella en ese acuerdo, que finalmente duró pocos meses. En el medio, Pereyra hizo uso de su experiencia política y aprovechó el momento de crisis entre opositores para arrebatar una ventaja para su espacio.

“En octubre, el intendente cerró un acuerdo con el FR, que incluyó que Pereyra le diera sus nueve votos para cambiar la conducción del Concejo”, señaló Ottonello y agregó que el massismo nunca le “planteó diferencias en cuanto a la dinámica del HCD. No nos avisaron nada, nos enteramos cuando presentaron la nota pidiendo una sesión especial para elegir las autoridades”.

Por su parte, el oficialista Suárez indicó que “hubo diferentes charlas con el massismo para llevar adelante el cambio en la mesa de autoridades, porque el acuerdo entre ellos y Cambiemos comenzó a entrar en crisis y ya habíamos tenido la caída de sesiones”, argumentó y agregó que, “buscando una salida para que el Concejo volviera a funcionar, acompañamos el cambio de autoridades, que quedaron todas en manos del Frente Renovador”, advirtió, dejando en claro que ese acuerdo no implica ninguna ventaja para el Frente para la Victoria.

Sin embargo, de prosperar en el tiempo esa unión entre massistas y oficialistas, Pereyra se asegura los votos necesarios para que salgan los proyectos de Presupuesto 2017 y de la ordenanza Fiscal e Impositiva, que prevé actualizaciones en las tasas.

LA INTERNA MASSISTA. Con todo este escenario como telón de fondo, el cuerpo de concejales asistió la semana pasada a la sesión con nuevas autoridades. Según expresaron concejales de distintas bancadas, la gente que agrupó en los palcos desde el inicio de los debates abucheó y silbó cada acción de los ediles. Se trataba de hombres que responden al concejal del FR Olmedo, enfrentado políticamente con quien ahora tiene la presidencia del cuerpo: Zisuela, diferencias que a la hora de los acuerdos quedaron de lado, o al menos eso pareciera, teniendo en cuenta que Olmedo estuvo ausente en la sesión especial en la que ungió como presidente a Zisuela.

“Lo que debió ser una fiesta para el massismo terminó en escándalo”, definió Suárez, quien fue herido en su cabeza con una taza. Desde Cambiemos consideraron que la gente “no fue convocada para acompañar a los concejales del FR, sino para hostigar al resto de los bloques”

El cruce no dejó bien parado al Frente Renovador. Con todas las autoridades del Concejo Deliberante en sus manos, el resto de los espacios no tardó en responsabilizarlo por lo ocurrido. En Cambiemos, molestos por el arrebato de la presidencia, reclamaron la renuncia.

Sin embargo, desde el massismo esquivaron el golpe. Si bien Letra P intentó comunicarse con concejales de la fuerza, no fue posible hablar con ninguno. En medios locales, Olmedo apuntó al FpV por responder a la provocación de los trabajadores. Zisuela, por su parte, evitó las declaraciones a la prensa, aunque claramente la situación lo dejó en una situación incómoda: defender su lugar en la presidencia y “bancar” a su adverso interno.

letrap.com

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