martes, 6 de mayo de 2014

Rosa Yolanda Serrano, escritora del Tarumá



Rosa Yolanda Serrano, como me gustaba llamarla, aunque en el barrio todos la llamaban "Yoli", fue una compañera en toda la extensión de la palabra. De las primeras Tarumautas, se asomó a las letras con inocentes cuentos para chicos, en los que un "bicherío" doméstico hablaba de los valores que ella solía practicar: amistad, solidaridad, caridad, paciencia y una saludable curiosidad por saber de los problemas y dolores del otro para poderlo consolar. En su diminuta anatomía acumulaba inmensos tesoros de amor para los vecinos de la comunidad de "San Jorge", para curas, monjas y hermanos en Cristo que la acompañaron en sus últimos instantes. Y para el "Tarumá Literario", su gran cariño, al que asistió -y damos gracias a Dios que lo haya hecho - hasta su última reunión, apoyándose en el brazo fraterno de Tito Abiuso.
Con fe, siempre con una inagotable fe, estuvo presente en la Feria del Libro infantil de Buenos Aires y se sentó a la altura de los chicos para leerles cuentos, como también lo hizo en la Feria local. Compartió "garrones", como aquel lanzamiento del Plan Provincial de lectura, llevando la bandera que nos identificaba y en el que prefirieron ignorar nuestra presencia aunque estuviera anunciada en el programa. La suerte de ser humildes y pertenecer al Pueblo. Compartió visitas a las escuelas, sonrisas y emocionados abrazos de muchos chicos, que aprendieron en una sola lección, que el escritor es uno más de su comunidad, ese abuelo o tío que nos alcanza su imaginación para ponerles letra a nuestras ilusiones, muy apartado, muy lejos de las personalidades encumbradas que se coronan con laureles arrancados al árbol fecundo. Gracias a ella y a su amigo Ruben, tuvimos aquel espacio en la radio de la Iglesia del barrio, "Tarumá, palabras y música", una hora de los sábados que supimos mantener durante dos años y medio, pero que no pudo escapar al boicot de quienes no construyen espacios, sino que se instalan en los de otros y terminan destruyéndolos. Aquella querida vecina de Lanús, del barrio de Cortázar, a quien solo menciona con modestia, en alguna pincelada de sus relatos, se fue a otro lugar, donde la veo rodeada por las rosas y las palomas blancas que adornaban siempre sus tiernas prosas. "

Zulma Olivetta

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