Así lo sostiene una investigación de cuatro licenciadas en nutrición de la UBA que ganaron el premio FAGRAN en el XII Congreso Argentino de Graduados en Nutrición que se hizo en Salta la semana pasada.
El síndrome del comedor nocturno se da en las personas que se despiertan durante la noche para hacer una gran ingesta de alimentos o bien que comen muchos alimentos antes de ir a dormir. El primer trabajo de investigación de la Argentina en relación con este tema asoció este síndrome de una manera significativa con la falta de actividad física: cuanto más sedentarias son las mujeres -el género que se analizó en este estudio- hay más prevalencia del síndrome del comedor nocturno.
Este trabajo de investigación se presentó en el XII Congreso Argentino de Graduados en Nutrición que se realizó en Salta entre el 19 y el 22 de mayo y ganó el premio de la Federación Argentina de Graduados en Nutrición (FAGRAN). El trabajo consistió en determinar la prevalencia del síndrome del comedor nocturno en mujeres adultas de la Ciudad de Buenos Aires. "Nosotras quisimos encontrar datos en nuestro país sobre este síndrome", contó Mariela Gerez, de 26 años, una de las autoras. "Es el primer estudio que se hace en la Argentina; nos pareció muy importante difundirlo justo en este congreso", agregó. En la encuesta que se hizo a 135 mujeres, se encontró 17 casos con el síndrome del comedor nocturno; es decir que la prevalencia fue del 12,6%.
Generalmente el síndrome del comedor nocturno se asocia con la obesidad, el sobrepeso y también con la depresión porque, como se sabe, la actividad física está relacionada con aliviar sus síntomas. En la encuesta se preguntó sobre la preferencia de alimentos. La mayoría elige las bebidas dulces: gaseosas, jugos, yogures, leche, infusiones con o sin leche, siempre con azúcar; en segundo lugar salió el chocolate. Esto se correlaciona con la bibliografía que confirma que los chocolates son los alimentos más elegidos en las ingestas nocturnas.
Lo que llamó la atención de las investigadoras es que las mujeres, al tomar un líquido, no consideraban que estaban comiendo un alimento, no se daban cuenta de que ingerían calorías. "Esto es súper importante para nosotras, no solo para informarnos y capacitarnos sino también porque en el consultorio las nutricionistas generalmente preguntan sobre las comidas durante el día y no se preguntan qué pasa durante la noche, si las personas tienen problemas para dormir, si se levantan de noche, si hacen algo para volver a conciliar el sueño", explicó Mariela.
"Sacan los alimentos de la heladera o se toman el trabajo de prepararlos, todo a nivel consciente. A veces puede haber control o no de lo que están comiendo, pero siempre lo recuerdan cuando se levantan", manifestó Valeria Perez, de 28 años, otra de las autoras. Difundir este tipo de trastorno alimentario -que es muy frecuente pero poco conocido- es fundamental para que las personas que lo padecen no lo consideren un tabú y lo asocien con un síndrome.
Como estas personas ingirieron alimentos durante la noche, por la mañana en general tienen anorexia matutina. No sienten hambre, entonces saltean el desayuno y pasan al almuerzo; eso también se relaciona con sobrepeso y obesidad. "A muchos no les funciona el tratamiento dietético porque uno investiga solamente qué hizo el paciente durante el día. Este dice que está haciendo todo correctamente, que cumple con las cuatro comidas, con los alimentos indicados y que hace actividad física, pero quizá nos olvidamos de preguntar si se levanta a la noche y come algún alimento", comentó Mariela.
Este síndrome ya fue descrito en 1955 por primera vez por un psiquiatra, pionero en la investigación, el Dr. Alberto Stunkard. Él había investigado en un comienzo a mujeres y después quienes lo siguieron empezaron a estudiar en hombres. Algunos estudios decían que era más prevalente en mujeres; otros, en hombres, y otros decían que el género no tenía que ver.
Este trabajo de investigación de tesis de licenciatura de cuatro jóvenes que estudiaron en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Las autoras son Vanessa Dabi, Mariela Gerez, Georgina Neris y Valeria Perez; las tutoras, María Laura Oliva y Lorena Belén. Las cuatro jóvenes se recibieron en noviembre de 2014 y el martes próximo recibirán el título.
Realizaron el estudio entre agosto y septiembre de 2014 y obtuvieron la muestra en las cercanías de las estaciones saludables del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. En estos lugares trabajan nutricionistas, médicos y enfermeros a los que la gente se acerca de manera voluntaria y gratuita para hacer consultas. Hay charlas, se hacen controles de peso, talla, glucemia y colesterol, y se brindan actividades recreativas.
Este trabajo de investigación pertenece al proyecto UBACyT (2013-2015) que está dirigido por la doctora María Elena Torresani. Como su línea de investigación apunta a las mujeres peri y posmenopáusicas, la línea de este trabajo de investigación apuntó también a eso. Los UBACyT son proyectos acreditados y financiados por la UBA que tienen como fin realizar una contribución real al conocimiento del tema investigado y contribuir a la formación de investigadores.
El premio fue un reconocimiento por el trabajo de investigación realizado. Les entregaron un diploma y comenzarán a formar parte del equipo de investigación de Torresani en UBACyT. "Estamos orgullosas del trabajo, de haber participado del congreso y de haber sido seleccionadas para presentarlo. El premio fue un extra, una yapa", contó Valeria quien el mismo martes tiene la adjudicación para un cargo de residente en nutrición en la provincia de Buenos Aires. "Yo creo que se tiene que estimular más al investigador, dar más apoyo ya sea con una beca o formando parte de equipos grandes. A veces hay trabajos de tesis que son muy interesantes y todo se hace a pulmón", concluyó Valeria.
Como las cuatro son de distintos puntos de la provincia de Buenos Aires: dos de Chivilcoy, una de Florencio Varela y otra de San Martín, quieren seguir con el mismo modelo de encuesta que utilizaron para captar más mujeres y seguir investigando rasgos de prevalencia. "El primer paso es tratar de aumentar el número de muestras y llegar a 600 mujeres. El siguiente paso sería analizar sobre los casos que tienen el síndrome si podemos clasificarlos según las características que posean", contó Mariela. "Queremos seguir investigando, el tema nos apasiona sobre todo porque en la Argentina no se conocen datos de este síndrome; no hay estudios como para poder comprobar nuestros propios resultados", manifestó Valeria.
eltribuno.info
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