Su mirada verde se clava en el cielo de Florencio Varela, ahí mismo, donde está seguro que aún vive su viejo. Debe estar en alguna nube Ramón, espiando las hazañas de ese hijo que, en edad escolar, lo ayudaba a levantar paredes con sus propias manos.
Ese hermano que emocionó al mayor, a Emanuel, justo el día de su cumpleaños con el mejor regalo, un gol. Ese padre que se disuelve entre los dulces besos de la pequeña Chiara. Ese delantero que fue responsable del impacto de San Lorenzo en la Sudamericana.
Fabián Bordagaray invita a Clarín a su mundo interior. Y aunque nació en el barrio Los Eucaliptos, de Francisco Solano, su hogar es Varela. Es que allí, en ese conglomerado de casas decoradas de humildades y laberintos de tierra, se escribió la historia de este pibe de 22 años y otros tantos sacrificios.
“A mí todo me costó mucho. Por eso me llena de orgullo haber podido hacer el gol del triunfo ante Tigre. Así lo siente mi familia. Y sé que mi viejo también está feliz. No me pudo ver debutar en Primera, pero yo no tengo dudas de que me sigue desde arriba”, revela este acuariano que terminó con el sufrimiento azulgrana a un puñado de minutos del final del partido.
No es casual el recuerdo permanente de su papá. Porque la muerte lo marcó a fuego en el medio de su adolescencia. Ramón era su ejemplo, el técnico de El Sol, donde jugaba al baby fútbol, y el albañil al que ayudaba con los “pastones”, la mezcla necesaria para construir viviendas. “Laburé con él desde que tenía nueve años. Lamentablemente, lo perdí”, dice con un nudo en la garganta.
“La verdad, estoy pasando un momento muy lindo. Nos sacamos una piedra muy grande que teníamos por haber perdido 2 a 1 en el partido de ida. El Cholo me dijo que encare, que la vaya a buscar, que alguna me iba a quedar. Tenía razón”, rememora Bordagaray, que empezó su carrera en Defensa y Justicia, en el Ascenso.
“Fabi, sacate la foto en otro lugar que van a decir que sos un villero”, le grita un vecino. Pero el volante no reniega de su origen, mientras se apoya en un 504 destartalado. Si hasta ese mismo auto hubiera deseado hace un tiempo, cuando se pasaba un buen rato de su vida arriba del 148, El Halcón, ese colectivo que lo dejaba en Constitución. Ahora conduce un 206 y piensa en mudarse a la Capital.
“La sigo remando para ganarme un lugar”, admite Bordagaray. Y vaya si tuvo que luchar contra la corriente. Cuando llegó de Defensa y Justicia, tuvo que ser intervenido por una apendicitis. La operación derivó en una infección y tuvieron que volver a abrir la herida. Se le había llenado el estómago de sangre. En total, estuvo cuatro meses en reposo, por eso aclara que le sobra “con estar vivo”.
San Lorenzo también está vivo. ¿Hasta dónde creés que llega?
Lo veo muy bien. Es un equipo al que le gusta atacar, que de a poco se está acomodando. Estoy seguro de que vamos a llegar lejos.
Y vos, ¿hasta dónde llegás?
No me imagino el futuro. Espero que no tenga techo. Recién empiezo. Sólo sé que tengo que seguir por este camino.
Gracias bordagaray por tanto lujo y maravilla, suerte en tu futuro, acordate de los colores que te hicieron crecer
miércoles, 21 de octubre de 2009
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fabiann se te qiere mucho pibe sabes que sos una muy buena persona y que gracias a esa humildad que te caracteriza son un grande obvio que tambien por lo bien que jugas al futbol! (jajjaja)espero que sigas creciendo como lo hiciste ahora y si pasaste por momentos dificiles en tu vida es por que dios lo permitio pero ahora estas jugando en un equipo de primera que es san lorenzo ! y para vos una frase muy buena es que uno cosecha lo que siembra suerte en tu vida y muchos saludos
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