Defensa y Justicia tiene un proyecto que va más allá de los nombres y que respeta un presupuesto. Es cierto que cuesta identificarse con los apellidos que cambian a menudo. Demasiado rápido para los defensores de los colores y de la mal entendida pasión. Porque de un año a otro el equipo de Florencio Varela puede tener once jugadores diferentes en la formación titular.
Pero ya todos están acostumbrados: su gente, los dirigentes, los jugadores y hasta los entrenadores. Entienden, cada uno a su modo, que eso de mantenerse en la elite tiene sus costos. Uno de ellos se produjo anoche con la eliminación en la Copa Sudamericana.
No fue el mejor debut para el entrenador Nelson Vivas, que tras haber hecho trizas una camisa en Estudiantes encontró una revancha inmediata en el club de Florencio Varela. Pero la idiosincrasia de Defensa y Justicia va por el carril contrario de los resultados inmediatos. La derrota como visitante frente a Chapecoense por 1-0 lo llevó directamente a los penales. En esa instancia acertó el arquero brasileño Jandrei, que se hizo fuerte ante los remates de Bareiro y Daniel González. ¿Desilusión? Claro que sí. Pero con la íntima convicción de que se luchó con todas las fuerzas y con cada una de las herramientas a mano. Más no se podía dar.
Defensa y Justicia mostró algunos cambios respecto de la formación que dirigía Sebastián Beccacece, ahora ayudante de campo del Jorge Sampaolí en el seleccionado argentino. En cuanto al juego, no tuvo la aceleración acostumbrada, pese a que en los primeros momentos estuvo a punto de marcar un gol que hubiera sido un quiebre en el encuentro. A los brasileños les costó acomodarse, como si hubieran sentido el peso del encuentro. Consiguieron hacerlo lentamente, a medida que el cansancio les redujo la intensidad a los argentinos.
Como se dijo, los nombres fueron y vinieron. Defensa y Justicia sintió la ausencia de Barboza, que tiene la oportunidad de afirmarse en la zaga de River. Como así también extrañó a Bouzat, el indescifrable delantero que Boca volvió a prestar, en este caso a Estudiantes. En ese sentido, el regreso de Ciro Rius, que pasó sin pena ni gloria por Lanús, no fue suficiente. Después de esos primeros minutos en los que los argentinos sorprendieron a los brasileños, el desarrollo quedó en manos de Chapecoense, que llegó a esta instancia tras haber sido eliminado en la primera rueda de la Copa Libertadores.
Una vez que consiguió asentarse, Chapecoense impuso las condiciones lógicas del anfitrión. Y a Defensa y Justicia no le quedó otra alternativa más que aceptarlas. El cabezazo a quemarropa de Tulio de Melo, tras un córner de Reinaldo, les dio la tranquilidad a los brasileños. A partir de entonces, cuando promediaba la primera etapa, el equipo brasileño dominaba el juego desde las acciones y desde la mentalidad. Pocas veces Defensa y Justicia consiguió imponer sus condiciones, pero resistió hasta la definición por penales.
"Sebastián [por Becaccece] hizo un trabajo espléndido y entendimos su situación. Estamos orgullosos de que el seleccionado argentino se haya fijado en nuestro entrenador. Ahora estamos plenamente identificados con Nelson [por Vivas] tras su campaña en Estudiantes. Somos conscientes de que en el fútbol hay que trabajar mucho, con una idea sostenida, para conseguir resultados en el largo plazo. Y hacia ello vamos", le dijo a LA NACION el presidente de Defensa y Justicia, José Lemme, poco antes del encuentro frente a Chapecoense.
El resto ya es una historia conocida. Defensa y Justicia despertó de repente de un sueño en el que, tal vez, voló más allá. Fue bueno mientras duró. Ahora el Halcón sabe que tiene que volver a su realidad. A encarar un campeonato local con un entrenador nuevo, en este caso Vivas, y con un plantel prestado que responde a sus necesidades, sin gastar un centavo de más. Sabe que tiene el crédito extendido.
lanacion.com.ar
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