Una tonelada de recursos en las alforjas de Vidal
“Vinimos para quedarnos”, lanzó María Eugenia Vidal hace apenas unos días. El escenario no pareció elegido al azar: la escuchaban, además de Mauricio Macri y un grupo de funcionarios, varios vecinos de uno de los barrios más pobres de Florencio Varela.
La referencia de la Gobernadora no habría apuntado tanto al meneado proyecto reeleccionista que el oficialismo reserva tanto para el presidente como para ella misma si las legislativas de octubre le sonríen a los candidatos de Cambiemos. Lo de Vidal habría sido el anticipo de una movida mayor enlazada con una decisión judicial que, según diversas fuentes políticas, estaría al caer.
Por estas horas son insistentes las versiones que indican que la Corte Suprema fallaría en favor del planteo de la Provincia por el Fondo del Conurbano. La gestión de Cambiemos recurrió al alto tribunal porque esos recursos quedaron congelados en 650 millones de pesos desde 1996.
La discriminación en relación a otras provincias es por demás evidente: la participación bonaerense en ese fondo fue decreciendo al punto que es hoy el distrito que menos recursos recibe por ese concepto, aún cuando aporta casi el 40% del PBI y concentra un porcentaje similar de habitantes.
Pero más allá de esos argumentos altamente válidos aparece la cuestión política. En ámbitos partidarios se dice que la Corte se va a expedir después de las elecciones generales de octubre como para no potenciar el conflicto que el resto de los gobernadores ya están planteando ante la posibilidad de que deban resignar recursos por la aplicación del fallo.
Vidal se frota las manos. Si la Corte termina aceptando su reclamo tal como se especula, dispondrá de entre 50 y 70 mil millones de pesos al año adicionales. Se trata de un volumen de recursos por demás generoso que, acaso, deba terminar aportando la Nación.
La mirada retorna sobre el Conurbano. En los distritos más postergados del Gran Buenos Aires, Cambiemos sigue sin hacer pie. En esas zonas se sostuvo el módico triunfo que consiguió en las Primarias Cristina Kirchner.
La Gobernadora se dispone, con esa montaña de medios, ir a fondo contra la hegemonía que el peronismo sigue exhibiendo en aquellos distritos. Por eso no resultó casual lo que dijo en Florencio Varela ni que esté prácticamente cocinada la idea de ir por la división de La Matanza, la comuna clave controlada por el PJ.
Vidal apelará a las obras públicas como estandarte para horadar aquél territorio hostil. Los recursos adicionales con que contaría su gestión desde el año que viene serán la llave maestra de ese plan.
Los intendentes peronistas asumen que deberán lidiar con una gestión de billetera generosa. Algunos de ellos empezaron a analizar esta cuestión y se preparan para la negociación con el Ejecutivo.
TEST
El primer test será la discusión del Presupuesto 2018. Vidal volverá a necesitar que le aprueben toma de deuda y los legisladores que reporten a estos alcaldes puede que sean la llave para destrabar la cuestión. Cambiemos, si se repitieran los resultados de agosto en las legislativas que se aproximan, acrecentará su representación parlamentaria, pero seguirá requiriendo del concurso de legisladores opositores para llegar a los dos tercios requeridos para que la Provincia vuelva, se presume que en menor medida, a buscar recursos adicionales en los mercados.
“Si La Cámpora se quiere oponer, allá ellos. Nosotros tenemos que gobernar”, decía en las últimas horas uno de los jefes comunales del Conurbano. Gobernar es sinónimo de recursos y allí estará planteado el debate: en los distritos peronistas reclamarán que vuelva a regir el fondo afectado con recursos provinciales para hacer obras en sus distritos que se creó en 2016 y tiene vigencia este año.
No es la única discusión que cruza el peronismo por estas horas. La coyuntura electoral crispa los nervios. Algunos sondeos que se conocieron en las últimas horas hablan de que Esteban Bullrich le estaría sacando a Cristina Kirchner una ventaja de entre 3 y 4 puntos. Todo es muy preliminar porque la campaña no arrancó y faltan casi dos meses para las elecciones generales, pero el dato encendió algunas luces amarillas en el campamento kirchnerista.
Por lo pronto, Cristina produjo un notable viraje en su campaña. Abandonó ese tono medido con el que se arropó en las Primarias para abrazarse a un discurso más propio, confrontativo.
También decidió impregnarse de peronismo. Le abrió el juego a los intendentes, en busca de que todos traccionen para su candidatura.
Esa idea apunta además a buscar en la menguada pecera de Florencio Randazzo. Algunos saltos del Frente Justicialista hacia Unidad Ciudadana son de poca monta. Sin embargo, la confirmación de la salida del intendente Juan Zabaleta (Hurlingham) rumbo al kirchnerismo, resultó un fuerte cimbronazo para el sector del ex ministro del Interior y Transporte.
El sostén territorial de Randazzo se ha tornado por demás endeble. Algunos alcaldes del interior que todavía le responden ya no están dispuestos a inmolarse en la aventura provincial. Vieron cómo la boleta de senadores los sepultó en sus distritos y ahora se preparan para repartir la papeleta de sus candidatos locales con las de senadores de otras fuerzas.
Cerca de Cristina sueñan con hacerle el último daño fuerte a Randazzo: arrancarle al intendente de San Martín, Gabriel Katopodis. Por ahora, este jefe comunal se mantiene en el randazzismo, pero concentrado en poder levantar la boleta de concejales en su distrito que derrapó feo.
En Unidad Ciudadana creen que podrán quitarle a Randazzo entre 2 y 3 puntos de los casi 6 que obtuvo en agosto. “Son votos peronistas, no van a ir a Cambiemos”, aseguran.
El oficialismo cree en contraposición que podrá limar varios puntos de Sergio Massa, mientras se concentra en descontar diferencias en el Conurbano.
Vidal visitó esta semana Quilmes y Varela, dos comunas donde Cambiemos fue derrotado. Más allá de lo que ocurra en octubre, será el territorio mimado en sus dos últimos años de gestión.
Diario Popular
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