Todos los veranos, decenas de adolescentes se tiran a nadar como si fuera una laguna. El testimonio de las madres que perdieron a sus hijos.
Alrededor de la tosquera Scarpato, en la localidad bonaerense de Florencio Varela, hay decenas de cruces blancas clavadas en la tierra. Están en medio de las flores silvestres que hay en el lugar, como si quisieran ser una alerta para los chicos que se tiran a nadar a pesar de que está prohibido. La postal duele, pero no llama la atención.
En ese pozo de agua ya murieron más de 30 chicos que se ahogaron mientras intentaban refrescarse. Por eso, las familias de las víctimas reclaman que la cierren o le pongan un cerco para que no haya más muertes.
Hace un año y un mes Nayla Ramírez perdió a su hijo de doce años. El nene se metió a la tosquera con sus amigos y nunca más volvió a casa. Finalmente, los rescatistas lo sacaron de seis metros de profundidad cuando ya estaba muerto. "Me doy cuenta de que la vida de mi hijo valía solo para mí. A nadie le importa, los que tienen la obligación y los medios para que esta tragedia se termine no hacen nada por cerrarla. Hay abandono por parte del municipio", denunció la mujer. Según dijo, en algunos lugares la profundidad del pozo llega a los 30 metros.
Desconsolada, a Nayla se le cayó otra lágrima de solo pensar que otro nene se puede morir como su hijo. "Mi sufrimiento no alcanza para salvarle la vida a nadie. Ojalá que todas las almas que quedaron acá algún día puedan descansar en paz: eso solo va a pasar si cierran la tosquera", aseguró. El día que murió el hijo de Susana Hidalgo, Miguel, también murieron tres chicos más. La tragedia fue en 2009: el adolescente de 17 años se tiró junto con un amigo para ayudar a otros cuatro que se ahogaban. Lograron sacar a dos y, cuando intentaron socorrer a los dos que faltaban, no salió ninguno.
"La tosquera está abierta, es tierra de nadie. Todos los veranos se vienen a bañar chicos de entre 14 y 19 años", contó la mujer a Telenoche. Sin embargo, ella no pierde la esperanza y siempre se acerca al lugar para contarle su historia a los chicos que se meten a nadar. A pesar de que casi ninguno la escucha, igual confía y espera que algún día alguien cierre la trampa mortal.
tn.com.ar
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