Cuando los peregrinos cruzan el puente de entrada a Luján, están cerca del objetivo, pero a su vez, la meta (la Basílica) parece alejarse cada vez más...
Cuando los peregrinos cruzan el puente de entrada a Luján, están cerca del objetivo, pero a su vez, la meta (la Basílica) parece alejarse cada vez más...
Tras el empate en Isidro Casanova, llego a casa cansado y con algún signo de un pertinaz dolor de garganta, producto de una mínima laringitis provocada por éstos últimos relatos cargados de nervios, angustias, alegrías y emoción. Se de la goleada de Banfield y me dedico unos minutos a mis hijos y esposa, previo a una temprana cena. Suena mi teléfono celular. Es Gustavo Moyano. Denota algo tomada su voz, como cansada también y algo preocupada. “¿Fuiste caminando a Luján?” me pregunta casi fuera de todo contexto, más allá de la Semana Santa. Sorprendido, le repregunto con un simple “¿Eh?” -”¿Si fuiste caminando a Luján alguna vez?” me reitera. Le contesto que no, pero que se de esas experiencias en primera persona porque cubría las Peregrinaciones Juveniles en la década de los '90 trabajando para la vieja Radio FM Vida del Obispado de Quilmes que emitía en 91.1, por lo tanto transitábamos en móviles a paso de hombre y narrábamos las experiencia de los fieles caminantes en la vereda de la Basílica lujanense, donde a veces vendíamos nuestro servicio a radios nacionales.
De todos modos, no encontraba conexión con nada en la noche de Vigilia y menos con el partido de Defensa en La Matanza. “Eso -continúa el colega y amigo del barrio San Jorge-, eso mismo, una peregrinación a Luján me parece estar transitando con Defensa. Eso le pasa a hoy al Halcón, está pasando por el segundo puente”. La dejo a medio bañar a mi hija Delfina (pobrecita, qué entiende ella del porqué la abandono en la previa de la inmersión) y le paso la posta a Cynthia, mi esposa.
Avanzo en la charla y sintonizo inmediatamente el paralelismo con el presente de Defensa y Justicia encarado por Gustavo. Y coincido plenamente. Quien haya caminado por la vieja Ruta 7 desde Liniers a Luján, percibirá que cuando cruza el segundo puente -llamado “Escudos” porque está parquizado con los escudos nacionales y del municipio- en el empalme con la ruta 5, en la entrada a la ciudad, visibiliza el objetivo: la Basílica. La ve allí erguida, brillante, gigantezca, con sus dos campanarios proyectados hacia el cielo y no duda: está cerca, muy cerca. Para los hinchas, jugadores, cuerpo técnico y periodistas partidarios que protagonizamos año tras año el peregrinaje de cada campaña del Halcón, en mi caso desde los albores de la década del '90 con apellidos como Stefanutti, Cuartas, Oste, el “Bolita” Ramírez y Hugo Flores entre tantos otros, estamos en ése punto de la caminata de fe: el segundo puente.
Pero el objetivo se empieza a mover, casi como un espejismo. El objetivo del Ascenso, nuestra meta, como la Basílica de Luján están apenas a unas pocas cuadras, pero parece que no se alcanza jamás. Se empieza a alejar, a medida que uno se acerca. Cansancio, agotamiento físico y mental. Cierto fastidio. Entonces ¿Qué hacer? Porque a ésta altura del campeonato no podés empezar a zamarrear todo y hacer cambios estrafalarios a grito pelado. Además, en lo que a mí respecta, éstas últimas 3 semanas me parecen un deja vu: osea que las escenas de cada partido me aparecen como algo ya vivido anteriormente, y así. Es el cansancio, no hay dudas. Vivo mi laburo de director de una radio y, además, productor general y relator del equipo deportivo de la campaña del Defe mezclado con el hincha que llevo dentro y que convive con el profesional que, encima, ¡debe comunicar tranquilidad, cuando yo estoy impaciente! En fin, volvamos al segundo puente.
Desde allí, el objetivo reconforta. Pero, como dije, también parece inalcansable (ahora suena en mi cabeza el tema de Los Tipitos “Viaje interminable” y lo veo acorde a ésta vivencia). Entonces es cuando hay que empezar a juntar paciencia, más fuerzas de donde no hay y aliento ¡mucho aliento, viejo! Porque aquellos como Gustavo, quien escribe y tanto otros sabemos de campañas sufridas con 300 personas como mucho en la siempre grandes tribunitas que tenía en Tomaghello y de los sacrificios de los dirigentes, jugadores, hinchas y periodistas para seguir a donde sea al Halcón en campañas paupérrimas, apenas con lo necesario para subsistir. Y hoy, sin conocer otros puestos más que el primer y segundo lugar no podemos darnos el lujo de una crítica despiadada, no señores. Diego Cocca y sus jugadores armaron éste presente impensado y a ellos les debemos el respeto y el mahyor aliento en éstos pasos finales. Se suma de a uno o de a medio, pero se suma. Ya valoraremos esos puntitos a la hora de festejar, ya verán. Alienten, griten, agiten palmas y vean: el objetivo ya está más cerca. Sí, es verdad, se sigue moviendo, queriendose alejar, pero si tiramos todos para adelante en éste tramo final, el más difícil, seguro que el Ascenso será una realidad para que allí sí, cada uno desde su creencia, construya su propio altar. Vamos Defensa, quedan 8 cuadras. Apenas 8. Las más difíciles.
Claudio Blanco
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