domingo, 27 de abril de 2014

No vuelan más

El jefe de la barra del Halcón, Héctor Vaca Alarcón, y su segundo, Silvio, fueron condenados a 15 años de prisión por el asesinato de un rival en la interna. Durante 17 años manejó con impunidad la barra de Defensa y Justicia. Durante ese tiempo trabajó para el menemismo, el duhaldismo y el kirchnerismo. Con sus vínculos montó una empresa de micros truchos para hacer el recorrido Florencio Varela-Capital Federal. Su poder fue tal que Rafael Di Zeo lo reclutó para sus filas y lo instituyó como el capo de la zona Sur de La Doce (de hecho, fueron juntos a juicio por asociación ilícita). Pero sus días de violencia y soberbia se terminaron: en un fallo contundente, el Tribunal Oral 3 de Quilmes, integrado por los jueces Alicia Anache, Armando Topalian y Alejandro Portunato, condenó a Héctor Alarcón, el Vaca, a 15 años de prisión por el crimen de Marcos Galarza, uno de sus rivales internos.
Igual pena recayó en Silvio Alarcón, su segundo. En cambio, Héctor el Rata Cáceres, defendido por el abogado Sergio Doutres, fue absuelto, ya que si bien estuvo en el lugar del hecho, se probó que no participó del mismo. El suceso fue el punto más álgido de la pelea por los beneficios de la barra y por los viajes al Mundial 2010 que repartía la ONG Hinchadas Unidas Argentinas. El Vaca ya había viajado a Francia 98 y Alemania 06 y pretendía ir sólo con sus más fieles a Sudáfrica. Pero un rival pesado, Maximiliano Vidal, salió de prisión y quiso entrar en el negocio. No lo dejaron y armó un grupo para desbancar al Vaca. Hubo varios cruces violentos hasta que el 12/3/10 se agarraron en el barrio Santa Rosa, muy cerca del estadio de Defensa. Allí Vidal resultó con heridas graves pero Galarza, de su grupo, se llevó la peor parte: fue asesinado. El Vaca estuvo 14 meses prófugo hasta que fue capturado y ayer terminó el juicio con el veredicto que lo manda tras las rejas por 15 años. Cuando escuchó la pena, se produjo el último de sus actos violentos al intentar agredir a uno de los jueces mientras sus familiares y los de Silvio Alarcón amenazaban a los presentes y juraban venganza. Es que hubo lo que no esperaban: justicia.

ole.com

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