El distinguido establecimiento educativo, ubicado en el barrio Chacabuco, celebró sus bodas de plata y reunió a vecinos, padres, alumnos, egresados, docentes y directivos en su patio central esta mañana.
Veinticinco años de trabajo ininterrumpido ofrecieron el contexto ideal para estimular la memoria y disfrutar el encuentro entre diferentes generaciones estudiantiles que observaban cada rincón con la nostalgia de los recuerdos impregnada en sus rostros.
La institución resplandecía debido al ímpetu y el fervor entregado por los miembros de la comunidad educativa para colorear el lugar. Todos colaboraron en los preparativos de una fiesta emocionante.
Tras descubrir una placa alusiva a la fecha en la entrada principal, la directora de la entidad -Marcia Zaracho- exhibió su orgullo por continuar las tareas iniciadas en 1991 con perseverancia, respeto, solidaridad, compañerismo y tolerancia.
“Estamos en un espacio de debate, un ámbito para desarrollar un pensamiento crítico,formar ciudadanos plenos con valores intactos, responsabilidad y un compromiso sólido”, describió la titular de la escuela.
El colegio fue bautizado como “Miguel Ángel Arrascaeta”, un soldado argentino fallecido durante la Guerra de Malvinas en defensa de nuestra soberanía. Laura Fedele, su madre, resaltó la importancia de “recordar a un héroe en un lugar lleno de vida”. “Cuiden cada salón y recuérdenlo con mucho amor”, enfatizó.
Andrés Centurión, un pequeño representante de sexto año, brindó un sincero mensaje donde resumió su experiencia en el salón y agradeció la tutela del plantel pedagógico durante el aprendizaje para “convertir a los estudiantes en profesionales competentes con la oportunidad de alcanzar las metas planteadas”.
Con gran esfuerzo, el personal logró ampliar las instalaciones y aumentar la matrícula. Construyeron una trayectoria extraordinaria. Superaron obstáculos con una misión: optimizar la formación de niños y adolescentes.
El mandatario comunal -Julio Pereyra- envió un mensaje de agradecimiento y sus felicitaciones a través de la Subsecretaria de Cultura y Educación. “La tarea de educar es ardua pero muy gratificante. Deseo que continúen por el mismo camino con la misma fuerza y el respaldo imprescindible de toda la sociedad”, reflexionó Julieta Pereyra.
El vocalista Walter Villalba interpretó dos clásicos de nuestro folklore: “Entre a mi pago sin golpear” de Los Carabajal más “La ley y la trampa”, compuesto por Chaqueño Palavecino en 2001.
Los estudiantes de segundo año mostraron su destreza durante una intrépida coreográfica con aros. Luego, chicos de tercero bailaron al ritmo del carnavalito norteño caracterizados con vestimentas autóctonas.
“Los nenes están cómodos y se sienten a gusto porque están identificados con su escuela. Ver su crecimiento es conmovedor”, expresó la ex – integrante de la comisión dirigencial, Ada Manfredy.
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