La Escuela Primaria 29 de Florencio Varela ya se acostumbró a los robos. En lo que va del año ya sufrió cinco ataques delictivos, pero lo que no deja de sorprender a los padres y a los docentes es lo que se llevan los ladrones cada vez que entran a la escuela. La semana pasada, el botín fueron los juguetes y las golosinas que pensaban regalar para el Día del Niño.
“Tristeza, bronca e indignación, pibes del barrio le roban a otros pibes del barrio. Otra vez se perjudican los que menos tienen”, escribió un docente en su muro de Facebook. “Harta de que mi hijo se quede sin clases por tal motivo. Estaban contentos en festejar el Día del Niño con sus compañeros y seños. Maldad absoluta, estoy muy triste”, respondió una madre. Al otro día del robo, que se produjo a las dos de la madrugada, un patrullero estuvo en la puerta de la escuela. En muchos casos, son los propios docentes los que reclaman la instalación de alarmas y cámaras de seguridad, aún cuando la discusión respecto del derecho a la intimidad de los alumnos entra en conflicto con estas posibles medidas de seguridad.
También en Florencio Varela, la orquesta de la escuela que funciona en la casa religiosa Cura Brochero sufrió el robo de 30 instrumentos musicales, el 10 de agosto último. Los delincuentes rompieron una pared y arrancaron una reja para llevarse trece violines, dos violas, cuatro violoncellos, dos trompetas, dos trombones, dos flautas traversas, un contrabajo, dos bombos, un metalofón y un xilofón. Parte del botín fue recuperado en el Barrio Pepsi, el mismo donde está la Escuela 29.
Computadoras, televisores e impresoras son lo más buscado por los ladrones dado su valor, según el relevamiento que hizo Clarín en varias escuelas.
“Lo más buscado son las máquinas, por más que sean viejitas. Se llevan todo lo que hay. A tal punto que en nuestra escuela muchos docentes terminan trayendo el mouse o un teclado de sus casas, porque acá ya no queda ninguno”, relata Nora Giardino, directora de la Escuela Secundaria N°65 de San Francisco Solano, en Quilmes, que este año ya sufrió siete robos.
Computadoras, impresoras y televisores, lo más buscado junto a cables y comida
armario de la escuela de Varela
“A mí me gustaría que esto se pareciera más a una escuela que a una cárcel”, agrega Nora con resignación. Hasta la puerta de la biblioteca del establecimiento está enrejada. Además de las computadoras, otros objetos de relativo valor que suelen buscar los ladrones son los cables de las instalaciones eléctricas, que después son revendidos por el cobre que contienen. El resultado: aulas, pasillos, gimnasios sin luz.
En las escuelas-comedor, el stock de arroz, fideos, harinas y azúcar se guarda siempre bajo llave porque también está entre lo más buscado. En Ingeniero Budge se llevaron las ollas industriales de aluminio. En la ciudad de San Nicolás se llevaron la cortadora de fiambre de una escuela. Y en una escuela de Córdoba se robaron dos inodoros y una puerta, a principios de julio de este año.
clarin.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario