domingo, 3 de febrero de 2013

Nahuel Pennisi: el oído absoluto


“El sueño de la canción” Así se llama su primer álbum. /GUSTAVO CASTAING


Guitarrista y cantante no vidente, que fue revelación en Cosquín, ya tiene su CD debut.
Nahuel Pennisi reconoce la silla del bar La Paz, se sienta y se corre un mechón de la frente. Apoya la guitarra criolla sobre sus piernas y baja la mano derecha a los trastes, como si fuera un piano. “Todos creen que doy vuelta las cuerdas. No: la guitarra”, sonríe. Y en eso rasguea al revés, con color flamenco. “Esta forma es normal para mí. Toco desde los cuatro años”. Ahora, a los 22, Nahuel Pennisi, una voz envolvente, una guitarra que se proyecta desde el folclore, recobra esas imágenes: como le quedaba grande el bajo, sus padres se lo dejaban sobre la cama y él se arrodillaba para tocar. Luego robaron en su casa de Florencio Varela y le quedó la guitarra. “A partir de ahí me fui haciendo músico todo el tiempo”, dice.




No siente vértigo en su viaje con la música. A los 16 años, Pennisi tocaba en calle Florida a la gorra; fue Revelación en Cosquín 2009, por la canción Sin la voz del Chango Nieto (de Juan Cruz Varela), y ya compartió vivos con Luis Salinas, Teresa Parodi, Ligia Piro, y con Lorena Astudillo actúa hoy a las 21.30 en Salta y Resto (Salta 755). Más aún: Popi Spatocco, el arreglador musical de Mercedes Sosa, produjo el primer disco de Pennisi, El sueño de la canción, que sale en marzo. “Es una experiencia muy linda, pero también sé que a este camino lo fui buscando”, asegura Pennisi. Es ciego de nacimiento y sabe que tiene oído absoluto: “algo no central; sí, la intuición”.



Lo que cautiva “es la comunión entre mi voz y mi guitarra”, analiza, y lo mira su bajista, Rodrigo Molina, y aquí falta León Cuyé, percusionista y autor de casi todos los temas de El sueño de la canción. “León es también de Varela y captó lo que yo quería transmitir. Sus composiciones fueron lo que buscaba”, dice. Los tres potenciaron los arreglos, “pero manteniendo mi identidad: la sinceridad, el poner a la persona sobre la mesa antes que el artista, y el traer un mensaje en cada canción”.



En esas letras andadas, Pennisi logra verse. “Yo canto mi raíz, los sueños, el amor, y todo lo que hemos pasado como pueblo”. Y recita la primera canción que le mostraron a Popi Spatocco: “Mercedes, luz de los exiliados, de los que sueñan con regresar/ Mercedes, voz de los olvidados, de los que por ti se hacen escuchar”. Con esa emoción, “Popi le hizo un aporte muy importante al disco. Lo terminó de embellecer”.



Atesora muchas músicas en su memoria. “La trova, el jazz, o Camarón de la Isla, que me enseñó a poner el alma en la voz”. Así se amplió su propia visión del folclore argentino. “Me interesa innovar: buscar la proyección y abrirme a lo latinoamericano”, dice. Y percibe las dificultades. “Este año estuve atento a Cosquín: aquí se difunde mucho el folclore comercial; no hay algo que sorprenda. Sí me gustaron Mario Díaz, las Aymama, Paola Bernal y Franco Luciani”, apunta, y cierra: “Siento a mis espaldas que se viene un compromiso muy grande con la música, y estoy preparado para vivirlo. Nosotros hacemos música para toda la gente y estamos tranquilos, porque hacemos lo que amamos”.   clarin.com

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