martes, 7 de septiembre de 2010

UN HOMENAJE CON TODAS LAS LETRAS

En el marco de las VI Jornadas Pedagógicas, el Instituto de Formación Docente N° 54 de Florencio Varela, rindió Homenaje a un Maestro de Maestros, "Luís Fortunato Iglesias", Imponiendo su nombre al Salón de Usos Múltiples de esa Institución.


En la Ocasión se descubrió una placa alusiva y se proyecto un documental que cuenta la vida de este Maestro Argentino.



La Escuela Normal de Lomas de Zamora, recién cumplidos los veinte años, le otorga el título de maestro. Inicia su profesión en una escuela urbana de la localidad de Monte Grande. Luego pasa a la Escuela Nro. 4 de Tristán Suárez hasta 1938. De allí es derivado, como castigo porque no se había querido afiliar al Partido Conservador, a la Escuela Rural Nro. 11 de Tristán Suárez.El domingo 8 de agosto de 2010, a los 94 años, falleció el reconocido educador rural argentino. Creador, innovador y batallador incansable por una educación inclusiva y de calidad, varias veces premiado y homenajeado por diferentes organismos nacionales. Y castigado (Já), por pensar distinto a la política del momento.



Luís Fortunato Iglesias, dejó una importante obra escrita donde se destacan "Diario de ruta": Un Libro surgido de sus escritos, vivencias y los trabajos y los días de un maestro rural;" Didáctica de la libre expresión" y "Pedagogía creadora", bibliográfia presente hoy en varios institutos de formación Docente.



Luis Fortunato Iglesias –más conocido como “El Maestro Iglesias”– nació en 1915 en Tristán Suárez, provincia de Buenos Aires. En una época en que el Argentina vivía gobiernos conservadores, se resistió a las imposiciones y desde sus inicios en la tarea docente mostró mucho más interés por probar nuevos modelos de enseñanza, que seguir recetas vencidas.



Sus primeras prácticas como docente las desarrolló en el Gran Buenos Aires. Más tarde, fue destinado a la Escuela Rural Nº 11, de Tristán Suárez, a forma de castigo por 2Pensar diferente y decir lo que pensaba". Se desempeñó como maestro en una zona tambera, donde los niños trabajaban como boyeros. Allí, “El Maestro Iglesias” dictaba clases a alumnos de todos los grados.



Creó herramientas didácticas que nacieron de las necesidades que se le presentaban en el aula. Entre esas innovaciones se pueden mencionar el taller de cine y periodismo, el laboratorio de clima con un pluviómetro, y el museo escolar -en el que los niños participaban activamente-, que era un espacio que permitía conjugar la enseñanza de las ciencias naturales con las ciencias sociales.



Otro de sus aportes pedagógicos fueron los guiones didácticos. Se le entregaba a cada grado un conjunto conformado por material gráfico, fotografías, dibujos, elementos ilustrativos, que incluían preguntas, oraciones inconclusas, entre otras orientaciones para que los niños trabajaran libremente y en forma autónoma.



Los “cuadernillos de pensamientos propios” eran cuadernos personales de cada alumno para escribir y dibujar espontáneamente. Allí los niños podían expresar ideas, sentimientos y experiencias de la vida cotidiana. Luego eran leídos por el maestro, que aportaba su opinión.



A partir de 1958 fue supervisor en la zona de Esteban Echeverría y San Vicente, provincia de Buenos Aires. Luego, fue ascendido a inspector en jefe. Como inspector se preocupó por estimular a los directores de escuela que se distinguían. Brindaba oportunidades de crecimiento y nuevos desafíos. Fue un docente activo, comprometido con su labor y dueño de un espíritu fuertemente democrático y humanista. Querido por todos sus alumnos y amigos , uno de ellos dijo "Era un Ángel, un ser superior"



A la hora de hablar de sus maestros, Iglesias prefiere remontarse a su infancia: "Yo tuve una maestra en la primaria, Isolina Maffía, que me selló la vocación. Era combativa, creadora, una enamorada del arte. Nos daba espacios para manifestarnos con libertad. Eso fue lo que yo quise hacer con mis alumnos. Así aprendieron a levantar la vista, a mirar el cielo y los árboles, a escuchar los pájaros."

Después de su alejamiento de la escuela rural, fue inspector, profesor universitario y miembro del Consejo General de Educación Bonaerense. Durante dieciséis años dirigió el periódico para maestros "Educación popular". Llegó a ser asesor de la UNESCO. Trabajó en México, donde su libro "La escuela rural unitaria" fue distribuido gratuitamente por el gobierno entre los maestros y donde varias escuelas ya tienen su nombre. "Hay muchos libros, pero son puro bla, bla, bla.", señala, y agrega, "no hay recetas mágicas. El maestro no puede quedarse quieto... tiene que ser alguien actuante y pensante.

Yo he aprendido muchísima pedagogía leyendo a Mark Twain, Dostoievsky, Unamuno, más que estudiando a Pestalozzi. No hay posibilidad de aprender lo educativo si uno no tiene una visión humanística integrada. Esto no es una técnica. Un maestro que no lee no funciona."



Hoy su nombre va a estar presente cada día en los alumnos del Instituto 54 de Florencio Varela, que lleva el nombre de otra gran Maestra Argentina, la Señorita Olga.

Gabriel Barrios
Ropa Prestada
RADIO FM COMPARTIENDO

1 comentario:

  1. El 11/09, se hara un homenaje al Maestro Iglesias, en el predio de la Escuelita 11, donde daba clases, a partir de las 10:30 Hs.

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