jueves, 9 de enero de 2014

Una multitud rindió homenaje al gauchito Gil



Miles de personas rendían homenaje desde anoche al Gauchito Gil en el santuario del barrio La Carolina de Florencio Varela, donde era constante el flujo de fieles que pasan a "saludarlo" en su sitio, recorrían la feria o alguna de las tres capillas contiguas, para terminar en la fiesta chamamecera en un galpón contiguo. Y si bien allí hay fiesta todos los domingos, la fecha que todos esperan es el 8 de enero, cuando se conmemora el día de este santo popular, en coincidencia con un aniversario más de su ejecución por desertor en la ciudad correntina de Mercedes, donde Antonio Gil vivió entre 1830 y 1874.
"Lo seguimos a él más que a ningún otro porque lo sentimos más humano, además es correntino como nosotros o nuestras familias y casi contemporáneo", contó Waldemar, uno de los coordinadores de la Asociación Cultural Gauchito Gil de La Carolina. La celebración local, explicó, se caracteriza por los fuertes lazos de solidaridad y familiaridad entre los "promeseros" y los devotos, hermanados en el culto más allá de las diferencias sociales o nacionalidad. "Acá podemos ver un carrero y un hombre que bajó de un auto de 70 mil dólares, tomando vino del mismo vaso", ejemplificó. El 8 de enero de 2013 unas 11.000 personas visitaron el santuario y este año esperan más, porque "el Gauchito está en todos lados", como se puede comprobar a la vera de las rutas en todo el país. Entre los acampantes a la espera de entrar al santuario estaban Agapita Almirón, su esposo Ángel Freytes y la nieta de ambos, Antonella, que es "promesera desde la panza" y ahora los acompaña a agradecerle. "Cuando mi hija estaba embarazada de ella había riesgo de perderla, pero le pedimos tanto que naciera sana, que así fue. Después viajamos a Corrientes y le dejé al gauchito el conjunto rojo con el que la bebé salió del hospital", contó Agapita, que vive en Temperley pero es oriunda de Corrientes. En la cola variopinta para entrar al santuario hay gente vestida de gaucho o paisana con los colores del santo (rojo y blanco), que reinvidincan su identidad gauchesca y folclórica; familias y grupos con velas, flores y estampitas como cualquier fiel católico y algunos que parecen aguardar a una estrella de rock, vistiendo remeras rojas con la imagen del santo, vinchas y pulseras. "En mi casa le prendo una vela todos los 8 y cuando puedo vengo acá. Para mí es todo: yo le pedía por mi esposo, cuando tomaba mucho, para que no se accidentara en el camino y lo protegió siempre", cuenta Rosa. En el santuario, la imagen principal del gauchito, de tamaño natural y en madera añeja, no aparece rápidamente a la vista y hay que volver a mirar para descubrirla casi perdida entre la profusión de ofrendas que lo rodean. Además de las típicas botellas de vino, billetes, flores, banderas, estatuillas y cigarrillos, hay todo tipo de objetos cotidianos tras los cuales se adivinan peticiones cumplidas: chapas patentes, gorras policiales o militares, ropa, trofeos, fotos, artesanías y manuscritos. Pegada al templo hay una capilla de la Virgen de Itatí, también de Corrientes, y cruzando la diagonal Los Quilmes hay otros dos hitos de religiosidad popular: un santuario de San La Muerte -del que la tradición dice que Gil era devoto- y una ermita de San Jorge, el santo católico preferido por los presos.

mdz.com

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