La ONG, “Un techo para Mi Pais”, con representación en 19 países de Latinoamérica, estuvo el fin de semana largo en Florencio Varela construyendo viviendas en los barrios de Ingeniero Allan y San Francisco. En un año 93 familias tienen casillas gratis construidas por la ONG. El otro costado de la ayuda, sin tinte político y religioso.
“Un Techo Para Mi País Argentina” es una organización no gubernamental liderada por jóvenes voluntarios, con presencia en 19 países de Latinoamérica: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Haití, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela, informa la web de esta ONG que trabaja en silencio sorprendiendo a propios y extraños.
La institución trabaja junto a familias que viven en asentamientos urbano-marginales, para que a través de un esfuerzo en conjunto puedan mejorar su calidad de vida.
El primer del proyecto es la Construcción de Viviendas de Emergencia, para luego desarrollar planes integrales de Habilitación Social. Estos planes se implementan como respuesta a las inquietudes y necesidades planteadas desde cada uno de los barrios y giran en torno a educación, fomento productivo y micro-créditos, capacitación en oficios, arte y recreación, asesoramiento jurídico y salud.
“Queremos generar conciencia social y espíritu de solidaridad a través del trabajo voluntario, integrando a los distintos sectores de la sociedad en la tarea de superación de la extrema pobreza, mediante la implementación de las 3 etapas del proyecto: Construcción de viviendas de emergencia, Habilitación Social y Comunidad Sustentable”, señalan.
Desde el nacimiento de la ONG en Chile, en el año 2004, a la fecha llevan construidas más de 80 mil viviendas de emergencia y para los que se han involucrado a distintos sectores de la sociedad, entre ellos a más de 420 mil jóvenes voluntarios latinoamericanos.
“En Argentina, con presencia en Buenos Aires, Córdoba, Neuquén, Misiones y Salta ya hemos trabajado junto a más de 4500 familias y 40 mil voluntarios, con quienes llevamos construidas más de 4000 viviendas. La segunda etapa del proyecto, Habilitación Social, ya se esta desarrollando en más de 55 de los 80 asentamientos en donde estamos actualmente presentes”
en florencio varela
María Claudia Jauri, una joven vecina de Berazategui, es una de las coordinadoras de la zona Sur del conurbano de "Un Techo para Mi País Argentina". Jauri fue la vocera ante Varela al Día del trabajo que se hizo el fin de semana largo en Florencio Varela con la construcción de casi un centenar de viviendas destinadas a vecinos con urgentes necesidades.
El último fin de semana se construyeron 16 casas en los barrios La Carolina y Barrio Parque, mas otras 30 en San Francisco Chico. El año pasado, en Junio, se construyeron 31 casas y en Noviembre se hicieron 16 en los mismos barrios. En total el programa levantó 93 viviendas de madera en Florencio Varela y viene por más.
En el rico diálogo con esta admirable joven, al igual que sus demás compañeros, se resaltó la noble iniciativa que deberían copiar aquellos que hoy cobran el Programa Argentina Trabaja sin contraprestar por ningún motivo.
"Nosotros integramos la Organización No Gubernamental (ONG) Un Techo Para mi País, que no pertenece a ningún partido político. Los jóvenes que participamos en la ONG tenemos nuestro color político y religioso, pero todos trabajamos en conjunto por un mismo fin. La ONG comenzó en Chile, hace 18 años y fue llegando a unos 20 países de Latinoamérica. A la argentina llegó en el año 2004 a Río Cuarto, provincia de Córdoba y en 2006 se estableció en Buenos Aires".
El lenguaje de María Claudia es impecable. Al ser interrogada por su profesión, señala su carrera de magisterio y trabaja como administrativa en un colegio. Con mucho énfasis avanza en el relato de lo que es un techo para mi país, algo que a ella la apasiona. Dijo la joven que muchos de los voluntarios estudian arquitectura y están allí. La edad de los jóvenes que integran el voluntariado va de los 18 a 30 años.
"Hoy hay sedes, con oficinas, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, La Plata, Misiones, Salta, Neuquén y se abrirá una sede en Rosario y otra está programada en Mendoza. La idea es llegar a todos los lugares posibles"
-¿Cómo logran los recursos?
-Son de aportes de particulares y la mayor parte de empresas, que donan materiales y dineros para construir. También se hace una colecta anual en la que todos los voluntarios salimos a la calle, en el mes de setiembre, a juntar dinero. Nos disfrazamos, para llamar la atención, con alcancías que tiene la forma de la casa. El año pasado juntamos en la calle, en un fin de semana, sábado y domingo, un millón y medio de pesos. Le avisamos a la gente, a través de los medios, que nos ayuden, que vamos a estar en la calle.
-¿Qué cantidad de voluntarios hay en Argentina?
-En todo el país somos alrededor de 4 mil voluntarios, los que participan todos los fines de semana. En una construcción masiva, como la de este fin de semana, con la que se está realizando 225 casas en todo el conurbano, como La Matanza, Florencio Varela, La Plata y Escobar, están participando 3000 voluntarios.
María Claudia detalla el sistema que utiliza la ONG para seleccionar los beneficiados en la construcción de la casa.
el catastro
"Hace unos años la OGN se manejaba con vecinos que llamaban a la oficina y pedían la ayuda para que vayamos a su barrio. El año pasado hicimos un catastro en 30 ciudades del conurbano de Buenos Aires y allí de catastro todos los asentamientos existentes. (N de la R: El catastro de Un Techo Para Mi País, en lo referente a Florencio Varela revela que tenemos 37 asentamientos y 4 villas, con 16.660 familias viviendo en estos barrios) A partir de ese catastro comenzamos a ir los voluntarios a todos los asentamientos a entrevistaros con el referente del lugar. De acuerdo a ese catastro sacamos los barrios con mayores necesidades, con la mayor urgencia. Son barrios que cuentan con una necesidad mínima de 50 casillas, no 50 familias porque en cada casilla a veces vive más de un núcleo familiar. Entonces con esto comenzamos a trabajar, siempre con la condición de que esté asegurada la vida del voluntario y no que uno vaya al barrio y lo roben. Si bien es cierto que hoy nos roban en cualquier esquina, nosotros buscamos ese seguro en el barrio.
No son maestros mayores de obras. Son jóvenes con una vocación de servir al prójimo. Jóvenes en muchos casos de buen pasar económico, jóvenes que podrían ocupar el tiempo de un fin de semana largo, en sus estudios, salidas, amigos. Sin embargo allí están. Arriba de los techos, con martillos, clavos y serruchos.
la casilla
Jauri habla de la casilla y de cómo se la arma: "El modelo ha llegado de Chile y se fue adaptando a distintas zonas. La cuadrilla que construye la casa puede ser como de siete voluntarios, depende de la convocatoria que tenga la construcción. Hay construcciones que tienen tres voluntarios por cuadrilla. Hay construcciones que pueden ocupar a 12. En cada cuadrilla hay dos o tres jefes de cuadrilla que ya tienen capacitación para orientar. “Los jóvenes llegaron a Florencio Varela el jueves a la noche. Se dividieron el trabajo en los barrios donde iban a construir. Armaron las cuadrillas y el viernes temprano comenzó la tarea cuando llegaron los camiones con las casillas armadas en módulos. En la lista de voluntarios que trabajaron en Varela, figuraban jóvenes de Temperley, Berazategui, Quilmes, Bernal, Ezeiza, Moreno, La Matanza y de la Ciudad Autónoma”, agrega Jauri.
-¿Cómo es el momento del final de la obra? ¿Qué dice la gente?
-Nosotros con la familia hacemos un compromiso de que tienen que trabajar junto con los voluntarios. Nosotros no hacemos asistencialismo, queremos un trabajo en conjunto, no de asimetría sino de simetría. Nosotros somos iguales a los que viven en los asentamientos, es más: aprendemos más de ellos que ellos de nosotros, porque ellos construyen mucho mejor que nosotros. El compromiso es este. A lo sumo alguna familia con una madre soltera con chiquitos nos ayuda con algún mate. Compartimos con ellos el almuerzo, la merienda.
“Los módulos de las casilla son para todos por igual. Tiene 6 metros por 3”, dice Jauri y relata que en verano de 2012 estuvieron en Bariloche levantando casas idénticas a las que hicieron en Varela pero con aislantes por dentro, en las paredes. “Se hizo lo mismo en Chaco, por la vinchuca”
Un Techo para mi País no hace casas definitivas, son casas de emergencia para salir del barro, de la pared de chapa, de cartón.
-¿Qué sienten cuando terminan una casa?
-Nosotros pasamos tres días con la familia y cuando se comparte mucho hay un vínculo muy grande. No es que siento que la otra persona va a mejorar, siento que alguien cercano a mi va a mejorar. Es una satisfacción enorme, como si un hermano le pasara algo lindo que lo haga llorar y lo emociona. Uno comparte esa emoción. Es muy lindo, pero muy indignante también. Lo digo por el hecho de llegar al barrio y ver la realidad que vive mucha gente. Cuando terminamos nos vamos a nuestras casas y dormimos en un techo que no es de chapa y no sentimos frío. Tenemos en claro que no somos los culpables de esto, pero sentimos impotencia. Hay mucha cosas por hacer y uno puede aportar tan poco, pero a la vez esto que es tan simple para esta gente es enorme. Para nosotros es simple llegar a casa y poner la llave en la cerradura para abrir la puerta, en el asentamiento la gente no lo hace porque no tiene ni cerradura en la puerta. No tienen agua caliente, no tienen nada. Tocar el piso con los pies a la mañana, cuando uno se levanta, es simple. Puede ser de cerámica, de alfombra. Esta gente toca el piso y se embarra. Esto es algo que no se puede explicar. Es muy fuerte todo esto.
-Vieron esto y mucho mas en Varela.
-Si, como en todos los asentamientos. Pero nos vamos con un sabor amargo. En todas partes del país que hemos estado, hemos sido recibidos con afecto. En este municipio nos han ignorado. No hemos tenido eco. Hicimos las gestiones para lograr que nos presten algunos salones de escuelas publicas y el Consejo Escolar nos puso trabas. Que la nota iba a inspección, que de inspección iba al Consejo Escolar. Eso hicieron y terminamos siendo atendidos por dos colegios privados (Sagrado Corazón y Santa Lucia) Pero igual estamos felices. La gente es lo que importa. Es mejor asi, no mezclar la ayuda con cuestiones políticas. Muchas gracias a los vecinos por la increíble hospitalidad que nos han dado. La gente humilde es la que más abre su corazón.
Varela al Día
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