Por estos días no hay medio local o nacional que no refleje día a día las enormes dificultades que padecen los habitantes de la Provincia por la falta de servicios básicos. En particular los suministros de agua potable y energía eléctrica. Sin embargo, las noticias parecen redactarse de manera diferente. Hay medios que destacan el grave problema de la falta de agua y luz, los frecuentes cortes y los problemas que sufren los vecinos en especial de La Plata Berisso, Ensenada, Florencio Varela, Berazategui y otros distritos del Conurbano, y de allí saltan a las denuncias presentadas frente al Defensor del Pueblo.
Otros, como algunos de los grandes medios, prefieren casi soslayar el tema y destacar más la cantidad de gente que concurre a los recitales que promueve la Provincia en la Costa.
Pero nadie, en definitiva, señala quiénes son los verdaderos responsables por la carencia de estos servicios básicos o, por decirlo más diplomáticamente, quién debería ser su contralor. Pues bien, tal como indica la misión número uno del Ministerio de Infraestructura, a través de la Subsecretaría de Servicios Públicos, es “desarrollar la planificación, garantizar la prestación y efectuar el correspondiente control de los servicios públicos, en forma directa o a través de las acciones de los organismos reguladores”.
Allí, su ministro, Alejandro Arlía, y el subsecretario del área, Walter Saracco, brillan por su ausencia en un problema que se inició a principios de diciembre y parece no tener fin. No hay día del último mes y medio que en La Plata, capital de la Provincia, no haya cortes de luz y agua en distintos barrios a la vez y por muchas horas.
Son frecuentes las imágenes de comerciantes y vecinos que a diario deben tirar la mercadería de sus refrigeradores. La excusa de la mayor demanda estacional ya queda ridícula frente a la continuidad y prolongación de la situación.
Sin embargo, Arlía parece más preocupado por convertir ese importante ministerio provincial en la plataforma de lanzamiento de su candidatura a gobernador, tal cual el mismo expresó en los círculos políticos en donde se mueve. Y, consecuentemente con esa idea, intenta ocupar y cooptar todos los espacios institucionales que pueda. Donde no puede cambiar al responsable máximo del área, tratará de designar al segundo y, después de un tiempo, reemplazarlo.
Es lo que está sucediendo, por ejemplo, en ABSA, la empresa de agua de la Provincia, donde importa más cómo adueñarse de ella que el servicio de agua potable y cloacas que brinda.
Allí Arlía colocó como vicepresidente a Héctor Dottore, ex funcionario suyo en el Ministerio de Economía, con el oculto deseo de reemplazar en el futuro a su actual presidente, Guillermo Scarcella, persona de confianza del gobernador Daniel Scioli, pero que acarrea algunos inconvenientes en su currículum. Para ello, Arlía habría buscado el apoyo del influyente gremio de Obras Sanitarias.
Hombres de máxima confianza de Scioli parecen haber tomado nota de sus movimientos, y se comenta en el palacio de calle 6 que el propio gobernador habría ordenado “vigilar” al muchacho oriundo de Brandsen.
Pero allí no terminarían los problemas para Arlía. Parece que varios intendentes se habrían quejado del trato dispensado por el propio ministro y varios de sus nuevos funcionarios. Incluso algunos se habrían animado a decir: “¿Este quién se cree? ¡Piensa que maneja mas plata que De Vido!”. A otros simplemente les molestó la soberbia y cierto desconocimiento del área.
El esfuerzo por mantener el equilibrio entre el sciolismo y la eventual pertenencia al “proyecto nacional” parece ser otro de los problemas que desvelan a Arlía. No hay día que en su Twitter no se tiren directa o indirectamente loas a Cristina y a Daniel, y la síntesis del “trabajo conjunto” que él representa. El tiempo dirá si el ministro sobrevive a tanta movida o si quedará en el medio del choque de trenes.
Info Cielo
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