Pasadas las 12 del mediodía, la carpa principal de la promocionada Feria del Libro que se abría al público a las 10 de la mañana era una triste postal de un cúmulo de irregularidades, los puestos de las editoriales desarmados por carecer de lugares donde exhibir sus obras, personal trabajando en el armado de la carpa, sin energía eléctrica, sin los boxes individuales para cada expositor, cables, madera, escaleras tiradas en el piso
A todo esto se debe sumar el mal humor de los expositores de no contar con las mínimas condiciones para presentar sus trabajos, la desolación de algunos escritores que debían presentar sus trabajos a la mañana, algunos concurrentes quedaban a la espera de lo programado; una gran mayoría de visitantes convencidos que la Feria estaba habilitada desde las 10 de la mañana se retiraban con tristeza.
Hasta el mate de Pancho Aquino fue testigo en soledad de tanta improvisación.
Periódico EL PROGRESO
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