La santita de Varela

Crece la devoción por Adrianita Taddey y su tumba se convirtió en un santuario popular.Si bien ¨Adrianita¨ murió hace casi 41 años, producto de una enfermedad terminal que la arrancó de la vida a los once volvió a nacer. Y está entre nosotros a través de los milagros que la gente le atribuye.
Cientos de flores depositadas por manos anónimas en el cementerio de Varela. Miles de rezos en busca de un favor. Objetos de culto que cuelgan y una devoción que no tiene comparación entre los varelenses, convierten a la bóveda donde descansa Adrianita Taddey en un santuario popular que se extiende a lo largo de los años y cada vez con más peso.

Es que la “Santita de Varela” ya ha pasado a formar parte de ese ejército de ángeles canonizados por el pueblo y que abrigan los ruegos terrenales para llevarlos ante Dios.A ella le rezan los varelenses. A veces como el pasar, otras con más tiempo. Pero siempre con una señal de la Santa Cruz sobre el pecho.

Adrianita murió hace casi 41 años, producto de una enfermedad terminal que la arrancó de la vida a los once. Pero volvió a nacer. Y está entre nosotros a través de los milagros que la gente le atribuye.

En vida fue Adriana Taddey. Nació el 4 de noviembre de 1958 en el seno de una familia de inmigrantes. Supo tener “dones especiales” según su madre quien contó que desde su nacimiento fue una bebé muy precoz. A los dos meses ya tenía la dentadura completa, y al cumplir los seis meses ya decía sus primeras palabras.

Al cumplir los tres años la vida le cambió para siempre. Fue justo para las Pascuas de 1961. Cosas del destino, o mejor, de su destino, cuando la familia se preparaba para ir a misa, la nena se empezó a sentir mal y tuvo que ser internada. Una presunta mala praxis la dejó cuadripléjica, con la cara torcida y movimiento sólo en un dedo.

Los médicos decidieron el traslado de la pequeña al hospital de Niños de la Plata, donde le colocaron un pulmotor. La niña se quejaba de los dolores que padecía.

La mamá, Antonia, le rogó a la Virgen por la vida de su hija toda la noche. Fue una oración interminable y angustiosa, pero dio sus frutos. Por la mañana, Adrianita estaba mejor.



EL COMIENZO DEL MITO

Allí comienzan los hechos inexplicables de Adrianita. Le contó a su madre que esa noche fatal, la Virgen se quedó con ella toda la noche. “Me dijo que me iba a curar”, repitió. Su carita de niña no era la misma “irradiaba una sonrisa celestial”, recuerdan los más conocidos. Después de la aparición, pide tener con ella una medalla de la Virgen que presta a otros enfermos para que se mejoren. En el Hospital la comienzan a llamar La Santita .

Fueron casi dos meses de internación. Cuando volvió a su casa, la niña soportaba el sufrimiento con paz y alegría. El Dr. Zurro comenzó su tratamiento médico. La solidaridad de la familia permitió que su casa sea a la vez centro de atención de niños pobres.



EL ANUNCIO

No llores mamá, no me mires por lo que ves, yo no soy paralítica. Dios me puso en este mundo para los que vengan detrás de mí, ría conmigo, mamá, que la risa nos cura el cuerpo y el alma . Así trataba de explicarle Adrianita a su mamá la situación por la que pasaba. Los familiares contaban que solía tener visiones donde Jesús y la virgen le hablaban. Para entender con sabiduría estos acontecimientos, la familia se apoyó en la iglesia Católica y uno de los sacerdotes más reconocidos en Varela, el padre Santolín, de la parroquia San Juan Bautista, fue el bastión espiritual.

La enfermedad la llevó con dignidad hasta los once años. Algunos de los compañeros del Instituto Sagrado Corazón la recuerdan con una imagen de alegría constante pese a estar postrada en una silla de ruedas. “Irradiaba una energía especial”, dijo una mujer que ahora es farmacéutica y recuerda verla en los recreos de la escuela varelense.

Murió el 4 de mayo de l969, hace poco menos de 41 años. Según su madre en el momento de su muerte se formó en el cielo una rara figura, un corazón, que ella interpreta como una señal de Dios para indicarle que Adrianita estaba junto a Él. Esta realidad fue reflejada por el periódico Mi Ciudad, que en sus archivos todavía guarda aquella estela formada en las alturas. Ese periódico, junto al padre Santolín, impulsaron los trámites de beatificación de Adrianita que hasta la actualidad no prosperó en los papeles. Muy por el contrario se afianzó en el sentir popular.



EL SANTUARIO

Hasta mediados de la década del noventa, sus restos se encontraban en un nicho del cementerio de Florencio Varela. Ante la gran concurrencia de fieles que peregrinaban por ese lugar, fueron trasladados a una bóveda ubicada a pocos metros de la entrada del lugar. Este Santuario fue donado por la Municipalidad, considerando la enorme cantidad de placas agradeciendo milagros y curaciones. Todos los días del año hay un peregrinar constante de gente que le lleva flores, recuerdos, golosinas y que depositan sus pedidos en un pequeño buzón instalado por la familia.

Dentro de la bóveda se observa un enorme retrato sonriente de Adrianita, rodeado de flores artificiales y naturales. El pequeño ataúd se encuentra tras una vitrina de vidrio, dónde se acumulan juguetes, souvenirs, anillos, hebillas de niña, cartas dejadas por los creyentes, rosarios, cuadernos, estampitas de la Virgen y una serie de fotografías que muestran diferentes momentos de su vida e inclusive existe una que la muestra dentro del cajón durante su velatorio. Existe un montaje fotográfico enviado a hacer por la madre donde se reconoce la clásica representación del Ángel de la Guarda pero con el rostro de Adrianita. Hay un buzón para depositar los pedidos y decenas de placas de bronce clavadas sobre una de las paredes que dan testimonio del agradecimiento de varias familias de la localidad. El día de los Fieles Difuntos (2 de noviembre) la bóveda fue un constante desfile de gente que le acercaba flores, se detenía a rezar, dejaba una notita, etc. Todos afirmaban que la Santita era muy popular entre los pobres del barrio.

El Padre Juan Santolín fue el que le dio la Primera Comunión y quien rezó por ella cuando trasladaron el féretro. El guardó una carpeta con fotos e imágenes de Adrianita, que podría ser parte de la documentación necesaria para presentar en el Vaticano. Un proceso lento y difícil, dónde cada milagro debe estar documentado para su estudio. Pero la fe de la gente no sabe de trámites burocráticos y no se detiene ante los trámites, Su santuario es fiel reflejo de esta realidad. Adrianita es ya una devoción popular en Varela.