jueves, 6 de agosto de 2015

PABLO GAGLIANO: PERDIO PARTE DE LA VISTA, PERO GANO LA BATALLA

(Nota publicada en el periódico “El Progreso”)

Quizás para una gran mayoría de varelenses la historia de Pablo pasó desapercibida, es más, quizás son muchos los que no conozcan a este joven jugador de rugby que le ganó una batalla a la vida.

Pablo Gagliano se crió en Florencio Varela sin conocer el mundo de la ovalada. El destino lo cruzó con este deporte casi de casualidad cuando tenía 22 años y trabajaba en la estación «Chacarita» del FFCC San Martín en un puesto de comida rápida vendiendo panchos.

DE LA NADA SURGIÓ EL JUGADOR DE  RUGBY

Un ex jugador de San Martín (Luciano Martino) que tomaba el tren en la estación Chacarita del ferrocarril para ir a trabajar lo conocía del puesto de panchos, al ver su contextura física y con una visión de experto lo invitó a jugar al rugby.


Gagliano, ni sabía cómo era ese deporte, pero la insistencia de Luciano fue más fuerte y aceptó.

Se probó y al poco tiempo debutó en menores de 22.

- «Luciano me vio físico de forward y me dijo si no quería probar. Fui por curiosidad y me atrapó de entrada. El rugby, desde ese día, me cambió la vida. Conocí gente nueva, hice muchos amigos y, sobre todo, me fortaleció el concepto de la solidaridad y de superar las adversidades»-

Pablo, nacido el 31 de octubre de 1984, disputó unos pocos partidos en una M22 que luego se disolvió y pronto empezó a jugar en la Preintermedia, hasta que debutó en Primera en 2010, cuatro años después de tocar por primera vez una pelota de rugby.

Pero además, y lo más importante quizás, inició una rutina de recorrer el trayecto Florencio Varela-Sáenz Peña para unir su casa con la sede del viejo Pacific, situada a metros de la estación del Ferrocarril San Martín.

LA TARDE TRAGICA

En un partido de Intermedia entre San Martín y Newman, en Benavídez, Gagliano, «Pandu» como le dicen, recibió un golpe de puño sobre un ojo.

Fue trasladado al instante en una ambulancia al hospital de pero no se pudo evitar lo peor: Gagliano sufrió la pérdida de la visión de su ojo derecho. También sufrió daños en el hueso orbital.
El episodio del 9 de junio de 2013 también le cambió la vida. Desde ese día ve con un solo ojo. Estuvo internado en el Hospital Oftalmológico Lagleyze y no pudo ir a trabajar por tres meses.

Durante ese lapso en que recibió «una ayuda increíble» de todo San Martín, compañeros suyos no se movieron de su lado y se turnaron para atender la panchería, que Pablo había heredado de su padre.

-»Al segundo día de estar internado me propuse volver a jugar. Recién pude hacerlo a comienzos de este año. Arranqué en la Preintermedia y lo que más me costó fue dimensionar la profundidad. Yo me paraba para agarrar la pelota convencido de que me llegaba, pero pasaba de largo. O quería encarar por un sector donde yo creía que no había nadie y resulta que me topaba con dos o tres que me tackleaban enseguida. Tuve que ir afinando la vista con un solo ojo, pero ahora me las arreglo bastante bien», relata con el mismo entusiasmo con el que cuenta que la mudanza a Villa del Parque lo acercó geográficamente más a su club y ya no debe hacer el extenso trayecto entre Florencio Varela y Saenz Peña.

- ¿Te fuiste adaptando?

- Entrenando fui mejorando. Al comienzo me costaba recibir los pases, pero con el esfuerzo de todos los días lo fui recuperando. Adentro de la cancha ya me manejo bien, una vez que empieza el partido me olvido de todo, no sé si desde afuera se verá que cometo algún error-

LA FIESTA DEL REGRESO

 La vuelta a la Primera de un fiel representante de los pilares se vivió como una fiesta en San Martín. Porque Pablo Gagliano habrá perdido la visión de un ojo, pero no de lo que verdaderamente importa en la vida.

La hermosa motivación de Pablo era volver a jugar. Ser nuevamente titular en la primera. Y lo hizo en su cancha, frente a Champagnat.
A dos años del accidente, Pablo volvió a darse el gusto de jugar en la primera de San Martín. Estuvo los 80 minutos en la cancha ante Champagnat y redondeó una tarde de emoción e inspiración.

Antes del partido se unieron en una rueda ambos equipos y el cuerpo arbitral. Y se demoró un par de minutos el comienzo por un motivo singular: el referí, Ariel Guillén, le entregó un «diploma» a Gagliano.

El árbitro había sufrido la pérdida de un hijo hacía un tiempo. Y la hija de Ariel, al conocer la historia del pilar de San Martín le pidió a su papá escribir unas palabras para Gagliano: «Nos has demostrado con tu enorme entereza y convicción a sobreponerse a muchos de los obstáculos que el destino nos depara. (?)

Es nuestro deseo que disfrutes este momento a pleno y te vuelvas a divertir dentro de un campo de juego», señalaba el mensaje firmado por toda la familia de Guillén.

- ¿Cómo tomaste la carta que te entregó el árbitro del partido? Tiene detrás una historia muy especial…

- Me contó que hace pocos años él perdió un hijo, y su hija escribió la carta donde me felicita por mi entrega. Me conmovió, no esperaba esas palabras. Pero una vez que empezó el partido traté de no pensar en otra cosa.

- En tu caso, los valores del rugby y la importancia que hay en el compañerismo quedaron expuestos desde el primer momento, porque tu club te acompañó en todo…

- Sí, el apoyo de mis compañeros fue fundamental para que yo esté nuevamente en la cancha. Lo mejor del rugby es esto, la unidad, la amistad que hay, es como una familia grande.

Para Gagliano, fue vital el respaldo de San Martín en ese momento. Pero no lo siente como algo extraordinario, sino como algo común en el club.

«Mis compañeros me apoyaron cuando llegué acá con 22 años y no sabía cómo se jugaba. Y hoy, ya recuperado, siguen apoyándome», dijo el forward, de 30 años. «Antes de practicar rugby, en cuanto a deportes había incursionado solamente por el fútbol en algunos potreros de Florencio Varela».


LA HISTORIA DE PABLO
ES DE PELÍCULA

La historia de Pablo en el club de Sáenz Peña comenzó una década atrás: «Él enganchó rapidísimo con los valores del deporte. Lo levantaron de la panchería de Chacarita y al otro año (2006) nos fuimos de gira a Sudáfrica.

Me acuerdo el cagazo que tenía porque nunca había viajado en avión», relata Francisco Ungolo quien era el capitán de San Martín

El optimismo para sobreponerse a la dificultad es algo que, quien fuera capitán en 2013 y hoy trabaja junto a Gagliano, destaca: «La forma de él de ir siempre para adelante y nunca bajonearse y venir a entrenar… Entrenamos en el anexo y hay poca luz: el Gordo no ve nada pero siempre viniendo a entrenar con la mejor».

ALGUNAS FRASES SUELTAS
QUE HICIERON ESTA
HISTORIA DE VIDA

 «Cuando me dan el diagnóstico del estallido ocular, ya no iba a poder ver, y obviamente toda recomendación era no volver a jugar».

 «Yo me había puesto la meta de volver a jugar y lo logré más que nada por todo el apoyo que recibí».

«La previa del vestuario fue muy emotiva. Me regalaron una camiseta con la fecha del partido».

«Desde que me enteré que iba a jugar en primera, fue una fiesta toda la semana».

 «Traté de que no me influya en nada la pérdida de la visión. Siempre intenté seguir como venía, la dificultad que tenía la entrené y pude superarlo».

«El rugby es un ambiente que es espectacular. Conocí un mundo diferente, otro mundo».

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