Más allá del golpe a la Casa Rosada y sus habitantes, que en
última instancia han iniciado el camino hacia el final del mandato, el mercado
de pases políticos que parece abrirse –en rigor, que continúa porque Massa
cuenta ya con más de 20 intendentes propios- abre una grieta en la Provincia y
está llamado a preocupar bastante al sciolismo, donde se han fijado como
prioridad controlar a la mayor cantidad de intendentes posibles en el marco de
la estrategia de despegue nacional del gobernador.
En esto trabaja el jefe formal del PJ bonaerense, el
matancero Fernando Espinoza, ministros de Scioli como Alejandro Granados
(intendente en uso de licencia) y jefes comunales K con peso entre sus pares,
como Julio Pereyra, de Florencio Varela (por cierto, éste último también se
queja de que desde la Rosada mellaron su poder territorial por auspiciar listas
sabatellistas pero no parece dispuesto a la mudanza de bando).
La prioridad es frenar el drenaje. Esos emisarios se
encuentran, muchas veces, con quejas de sus colegas respecto a los vaivenes con
la gestión provincial por demoras en concreción de obras, promesas que se
dilatan demasiado y demás minucias. Pero también es verdad que muchos de ellos,
al menos por ahora, sienten que Scioli, por estos días rumbo a Estados Unidos
para pasearse como candidato a presidente, tiene más camino transitado que
Massa en la carrera hacia 2015. Un déficit hacia adentro del justicialismo en
el que evidentemente deberá trabajar el tigrense. Los operadores del diputado
nacional responden a esto que todavía hay tiempo para mejorar.
Diariodemocracia.com
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