por Luis Castro / La Capital
Golpe en el inicio. Iban apenas 4 minutos y Tomás Martínez abrió la cuenta. Newells jamás pudo reaccionar futbolística ni anímicamente.
Otra vez la misma historia. Un Newell's apático, sin reacción, juego ni intensidad. Por deficiencias propias y virtudes de un rival que hizo gala de su Defensa y con Justicia se llevó un triunfo importante del Coloso. Para aumentar las dudas leprosas y despertar una vez más el repudio que bajó de las tribunas. Es que los hinchas fueron los que hablaron y dieron su sentencia impiadosa sobre lo sucedido en la tarde de sábado en el Parque, donde el 1-0 terminó siendo escaso por lo hecho por uno y otro.
La caída generó ciertas contradicciones en el análisis de este Newell's que buscaba levantar algo la imagen mostrada a lo largo del torneo. Porque Osella había logrado una pequeña dosis de recuperación. No ganaba, es cierto, pero tampoco perdía. Pero ayer volvieron los viejos fantasmas y un juego deslucido como en otros compromisos anteriores. Y eso es lo más preocupante de este Newell's sin conducción dirigencial y cuyo club quedó a la deriva. Sí, a la deriva y sin una cabeza visible. Esto también repercute hacia abajo. La realidad así lo refleja.
La obligación era la de siempre. La postergada en el tiempo. Ganar, una palabra repetida hasta el hartazgo en el mundo rojinegro. Por eso buscó mostrarse con esas ansias de cambiar el destino. El problema que se le presentó fue que Defensa también lo buscó. Y lo presionó en su campo y sacó rápido la ventaja. Apenas necesitó cuatro minutos para pegar el golpe en el Coloso. Pocrnjic le tapó con la rodilla el disparo dentro del área a Rius. Pero la defensa durmió la siesta y en la acción siguiente Tomás Martínez puso el 1 a 0 y rompió el cero que ostentaba la Lepra desde hacía cuatro partidos (374 minutos).
Todo se le hizo cuesta arriba al rojinegro, que no podía encontrar la pelota en el medio y conducir el partido. El Halcón volaba y metía presión ante un Newell's que le costaba hacer pie. Porque la pelota le era esquiva o la perdía rápido. Encima arriba Boyé quedaba peleando y chocando contra el muro amarillo que se plantaba con cinco nombres.
Formica era el que trataba de administrar y conducir el juego arrancando desde el medio. Fue precisamente el Gato el que tuvo dos participaciones con un cabezazo desviado y en la otra acción su testazo encontró la mano derecha salvadora de Arias. El dato: recién a los 34' Ñuls arrimó cierto peligro al arco adversario.
¿Qué hizo Holan durante ese primer tiempo? Adelantó al zaguero Barboza para perseguir al Gato y apagar la usina del poco fútbol que podía gestar el anfitrión.
Newell's cargaba con toda la presión y necesidad de modificar la historia. Una que venía torcida. La imagen invitaba a que el rival se le animara y así lo hizo. La primera jugada del complemento lo tuvo a Pocrnjic bajando a Bordagaray cuando se iba solo en busca del segundo y Pitana se apiadó del local al no sancionar penal. El Halcón veía que no encontraba resistencia y atacaba. Así Magallán estrelló la pelota contra el travesaño. Y eso despertó la furia de la tribuna que comenzó a reclamar con el clásico: "Newell's ponga huevo".
El equipo de Osella no encontraba ni el norte ni el sur. Lucía extraviado y todo era voluntad que chocaba contra la intensidad del Halcón. Que iba y no definía. A los 71' Scocco salvó sobre la línea un tremendo cabezazo de Barboza. Y a los 78' Pocrnjic abrazó la pelota tras otro envío aéreo del central. ¿Y Ñuls? Un tiro libre de Scocco en tiempo adicionado que despejó Arias.
El golpe de ayer lo mandó otra vez a la realidad futbolística que tiene el rojinegro. Pobre, demasiado pobre. El peso de la responsabilidad viene desde arriba y termina en un plantel con nombres importantes y un presente devaluado.
lacapital.com
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