sábado, 11 de septiembre de 2010

EN LA GRABACIÓN DEL PRIMER CD DE LA ORQUESTA TÍPICA«LA VIDÚ» PARTICIPÓ ELIANA SOSA

Son las diez de la mañana en los míticos estudios ION. La fila de bandoneones ataca febril las notas de «Tu pálida voz», un vals en el que el fraseo de Eliana Sosa recuerda a Lidia Borda y Nelly Omar. La orquesta La Vidú vibra en todas sus líneas -violines, bandoneones, piano, guitarra eléctrica, viola y contrabajo- sonando al unísono. No hay nada parecido a una orquesta típica en vivo.



Es un día de celebración para estos jóvenes tangueros y, sobre todo, una noticia alentadora para la escena del tango. Desde los cuarenta, cuando las orquestas solían grabar hasta cuatro discos por año y terminaron casi por desaparecer del panorama, no se registraba un creciente movimiento de típicas nuevas que entren a grabar sus discos.

Llevar adelante una orquesta formada por dieciséis músicos con un promedio de edad de veinte años una de las más grandes de la escena actual tiene algo de épico y milagroso en estos tiempos. «Decidimos juntarnos porque sabíamos que solos no íbamos a llegar a ningún lado. Entre todos, fuimos haciendo este sueño», cuenta el joven director Gabriel Bartolomei.

El músico de 36 años, que tiene un abuelo que fue inventor en los sesenta y una bisabuela que fundó un pueblo en el Gran Buenos Aires, heredó ese gen creativo. En 2005, decidió fundar la orquesta típica La Vidú, con sus propios arreglos de tangos clásicos y un repertorio nuevo. Comenzaron como un sexteto ad hoc para una obra de teatro y terminaron reclutando estudiantes de música para formar una de las agrupaciones más prometedoras de la escena del tango, que en agosto se presentará en el C.C. Borges.

Además de tocar el piano, Bartolomei compone, es arreglador, toca el violín y dirige a sus compañeros de marras. Pero en realidad todo el grupo se mueve como una gran cooperativa, recuperando los principios de Osvaldo Pugliese. «Hace cinco años que estamos juntando pesito por pesito para grabar el primer disco. Todo lo que juntamos de las actuaciones va a un pozo común. Así pudimos entrar a grabar este primer disco de la orquesta», cuenta Jorge «El Pelado», más que manager, espíritu aglutinador del grupo.

El clima de alegre estudiantina es general, a pesar que a la hora de grabar en el estudio los jóvenes músicos tienen la concentración y la disciplina de 16 monjes. Los chicos se levantaron temprano para grabar. Los integrantes históricos vienen de Florencio Varela, la camada más nueva reside en Capital Federal. A ellos se sumaron dos extranjeros, un colombiano y un francés, que vive en Once. «Este es más porteño que nosotros», apunta, entre risas, el director.

La fila de fueyes se prepara para atacar las notas de otro tango inédito. «¿Qué es ese firulete que escribiste en el medio del arreglo?», bromean los bandoneonistas.

-»No sé, me quise hacer el raro», responde a pura carcajada Bartolomei. Está terminando la grabación. Un cartelito en la puerta del estudio reza: «Aquí grabó Osvaldo Pugliese». Es una buena señal

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