domingo, 12 de septiembre de 2010

Sismo

El impacto negativo de la reprimenda de Kirchner al Gobernador se sintió ya en el mismo acto de La Boca en que el ex Presidente desgranó el discurso de la furia. Era la presentación de un espacio oficialista -otro más y van...- armado por un grupo de intendentes que lidera Julio Pereyra (Florencio Varela), y los organizadores y sus invitados especiales no pudieron evitar que el asombro y la preocupación se reflejaran en sus rostros a medida que Kirchner avanzaba en su mensaje.
Los comentarios posteriores en ese mismo lugar, que al día siguiente serían retomados en incontables conversaciones telefónicas, mostrarían a la dirigencia alineada con la Casa Rosada demudada y convencida de que "Kirchner fue esta vez demasiado lejos".


En la noche del jueves no hubo habitante de la Gobernación que no sintiera que la tierra se movía bajo sus pies. A lo largo y lo ancho del peronismo oficialista bonaerense, entre la sorpresa y el estupor, la dirigencia también se estremecía. La oposición no daba crédito a sus oídos y la conmoción se extendía a sus ámbitos. El golpe que Néstor Kirchner le propinó a Daniel Scioli, reclamándole en público que "diga quién le ata las manos" para combatir la inseguridad, provocó en "la política" un efecto similar al de un sismo. Y la consecuencia de los terremotos es bien conocida: genera inmediatas solidaridades con las víctimas.Scioli tenía indicios de que la frase de las ‘manos atadas’ había inquietado a los Kirchner


Esas críticas al "jefe", sin embargo, se lanzaron bajo la consigna de la reserva y nunca saldrán de allí. Quienes sí se explayaron en público fueron los referentes de la oposición, básicamente -aún mechando sus conocidas y duras posturas críticas de la gestión de Scioli en materia de seguridad- para repudiar el mandoble del ex Presidente al Gobernador.



La excepción a esa reacción espontánea de solidaridad con Scioli se dio en círculos ultrakirchneristas, donde el episodio de La Boca fue literalmente celebrado. Ocurrió, por caso, en la capital bonaerense, a tres cuadras de la Gobernación. Kirchner pronunció el discurso de la furia mientras los equipos de Amado Boudou y de los funcionarios nacionales y legisladores que lo habían invitado a la Ciudad -Julio Alak, Homero Bibiloni, Eric Calcagno, Guido Carlotto- preparaban el arranque de un acto del ministro de Economía. Y la "noticia" del golpe de Kirchner a Scioli generó en ese ámbito una euforia que nadie se ocupó de disimular.



LAS CAUSAS



De cara al futuro, de cualquier modo, la primera clave refiere al pasado. ¿Por qué arremetió Kirchner en público contra su dirigente más leal y con el tema más caliente y complejo de la gestión provincial?



La embestida pública sorprendió a propios y extraños. Pero Scioli tenía indicios de que la frase de las "manos atadas" había inquietado a los Kirchner. El primer alerta lo recibió cuando, apenas trascendió en boca de Juan Buzali, el esposo de Carolina Piparo, la embarazada baleada en una salidera, lo llamó el jefe de Gabinete nacional, Aníbal Fernández, para preguntarle qué había "querido decir".



Sin embargo, la sospecha de que hubiera podido referirse al gobierno nacional -se especula con una presunta alusión a la insuficiencia de los recursos que recibe la Provincia o a las posturas del kirchnerismo frente a las leyes penales- había quedado largamente disipada por el propio Scioli antes del discurso de la furia. Luego de que Buzali contara que Scioli le había dicho que tenía "las manos atadas" hubo algunas horas de silencio en la Gobernación. Pero al segundo día el propio Scioli enfocó críticamente a la Justicia, señalando que el Ejecutivo no maneja todos los resortes de la seguridad para resumirlo en un ejemplo: "yo puedo detener a una banda, pero no dictarle la condena -dijo- ni prometer que alguien va a estar preso de por vida". Y habló también de "los que meten cizaña" para "hacer pelear a la Provincia con la Nación", para subrayar: "el gobierno nacional viene llevando adelante en este tema como en otras áreas inversiones muy importantes, sin tener responsabilidad, porque la seguridad es un tema de los gobernadores".



¿Esas explicaciones públicas de Scioli no alcanzaron o Kirchner no le creyó? Un día antes del acto de La Boca el ex Presidente analizó con un operador de su confianza el panorama electoral en diversas provincias y, cuando llegaron al capítulo bonaerense, expresó un enorme enojo con el Gobernador y advirtió que en breve actuaría "en consecuencia".



Lo cierto es que sobre otras eventuales razones de la embestida no hay más que múltiples especulaciones sin certificar, que van desde la "falta de apoyo público" de Scioli a la batalla de los Kirchner contra Clarín y Papel Prensa -en el discurso de la furia Kirchner instó a todo el oficialismo a "no dejar sola a la Presidenta" en esa movida- hasta presuntos contactos del Gobernador con Eduardo Duhalde.



HERIDA



La segunda clave pasa por las secuelas eventuales en la relación entre los gobiernos nacional y provincial y en el plano político-electoral entre Kirchner y Scioli. En la Gobernación admiten que se trató de un episodio grave y tienen dudas sobre la magnitud de la herida que pueda permanecer abierta. Los alivian, con todo, las señales -vía Aníbal Fernández- interpretativas del discurso, "aclarando" que el ex Presidente "no le apuntó" al Gobernador sino a la Justicia. Y han recibido de Scioli una única orden: hablar de "las coincidencias" entre su planteo y el de Kirchner y dar por superado el tema.
 
Por MARISA ALVAREZ

El Día de La Plata

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