El 30 de marzo de 1982, las principales ciudades de la Argentina amanecieron sitiadas. Una movilización pacífica, convocada por la CGT que lideraba Saùl Ubaldini, con las consignas de Paz, pan y trabajo, inundaba las calles, siendo la mayor expresión de lucha obrera del período dictatorial.
Miles y miles de trabajadores llegaron a las plazas en una verdadera huelga política de masas populares. Con sus consignas claras y por la defensa de los derechos de los hombres, diciéndole BASTA a los dictadores que hambreaban al pueblo, sumiendo a miles de trabajadores en la indigencia y la desesperación. La respuesta fue la feroz represión, en todos y cada uno de los lugares del país donde el movimiento obrero argentino resistía. Miles de detenidos, un dirigente obrero mendocino muerto, centenares de heridos. El movimiento obrero argentino, que venía resistiendo y enfrentándose desde tiempos inmemoriales, recurrió a esa medida de fuerza y de esta forma hizo visible para todos, que la oposición social y política había crecido, y que la resistencia y el enfrentamiento de este movimiento, ya no podía seguir siendo deliberadamente ocultado por los grandes medios de comunicación y por todos los intelectuales que hablaban de la falta de resistencia a la dictadura militar. La clase obrera argentina era quien más resistía, porque el proceso dictatorial vino a desindustrializar la Argentina, y eran los trabajadores, una vez más, quienes siendo los más perjudicados, debían hacer ver que sus fuentes de trabajo eran las que estaban siendo destruidas. Ganaron la calle, palmo a palmo, enfrentándose a la montada, a los gases, a los hidrantes, a las balas de plomo, a los golpes, a la represión iracunda… Esta impresionante marcha fue la que jaqueó a la dictadura cívico militar comandada por Galtieri, quien no dudó en declarar luego una guerra, en la que volvió a pagar el pueblo trabajador entregando a sus mejores hijos. Malvinas tapó la lucha del movimiento obrero. Hoy se está volviendo a descorrer el velo de las trampas de nuestra historia. Por eso se vuelve la mirada y se reivindica no sólo la lucha, sino el honor y coraje de esos trabajadores, de esa resistencia anónima y consecuente de la cual la historia oficial no quiso dejar registros. Tengo el orgullo personal de militar en la Agrupación de mi distrito, Florencio Varela, que lidera Julio Pereyra y que lleva el nombre “30 de marzo” en reconocimiento a los luchadores de ayer, a los de hoy y a los de siempre. Por eso en este homenaje a la gloriosa gesta del pueblo trabajador recordar la consigna de su proclama “UNIDOS TRIUNFAREMOS
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