martes, 18 de mayo de 2010

ROBERTO NAVARRO LE DA FORMA Y COLORES A LOS VIDRIOS

El artesano del vidrio. De oficio vitralista, este emprendedor varelense ha logrado hacer de sus trabajos en vidrio una forma de vida. Con precisión de cirujano, va cortando el cristal que se tornará en una obra única e irrepetible.
Parece increíble. Unos vidrios cortados, algunos de colores y formas extrañas, van moldeando una obra que será única. El encargado de armar ese rompecabezas es Roberto Navarro (50) uno de los pocos vitralistas de la docena que existen en la Argentina. Y es varelense.
Navarro se hunde en el vidrio con la imaginación. Se hamaca, baila, le mete estaño a las uniones y de pronto aparece una imagen. Única e irrepetible. Producto del arte. Hecho por un artesano del vidrio. Algunas casas, iglesias y hasta el palacio municipal guardan su obra.

¨Es como armar un rompecabezas donde las piezas son de vidrio y las uniones de plomo¨ explica Navarro a Infosur. Lo hace entusiasmado, cómo quien sabe que su obra perdurará en el tiempo, incluso hasta después de su muerte y posiblemente la de sus hijos y nietos.

El oficio de vitralista lo encontró a él, más que Navarro al oficio. ¨Yo estudiaba artes visuales y tenía que hacer una tesis, elegí el vitral, porque estaba fuera de lo tradicional. Me encontré con una tarea difícil, había poca gente y bibliografía que aportara algo sobre el tema, por eso después de recibirme, empecé la tecnicatura en Vitral, me pareció un oficio muy interesante de desarrollar¨ cuenta Navarro. Más allá de la polémica sobre quién dio el primer paso en este noviazgo, el matrimonio de Navarro con el arte del vidrio ya lleva ocho años. Y al decir de lo que parece, no va a tener fin.

Los vitrales del palacio comunal tienen la firma de Navarro. Esos encajes de plomo y vidrio cuentan la historia de Varela sin hablar. Cuando la obra esté finalizada tendrá en total veintidós metros cuadrados y está realizada con una técnica muy especial llamada grisalla, donde los vidrios son coloreados con óxidos, horneados en diferentes aplicaciones, y son los que forman las imágenes de los diferentes sitios históricos.

¨Vos pensá – dice Navarro al cronista de Infosur – que los vitrales de la Capital tienen 300 o 400 años, porque fueron traídos desde Europa donde habían sido creados. A mí me llama la atención que dentro de unos 200 años, algún familiar pase por la municipalidad y vea la firma estampada de quien fuera su pariente. Es algo inimaginable lo que esa persona podría pensar tanto tiempo después. Porque el vidrio va a seguir estando ahí, inmortal como la firma del autor que la creó¨. Tamaña definición sobre el trabajo del artesano reafirma la importancia del oficio a través del paso del tiempo.

Es que el vidrio tiene poesía y química. Las dos se amalgaman en las manos del artesano que termina dándole otra vida. Químicamente es sólido y líquido a la vez. Un poeta diría que es una mezcla de agua y viento endurecido. Para Navarro es la profesión que abrazó con ganas.

Su tarea de creador comienza por el ambiente donde va a quedar expuesto el trabajo. ¨Tengo que ver donde va a estar la obra, para diseñar algo especial y único en ese lugar, para que quede encajado en el ambiente¨, dice Navarro al contar cómo comienza a elaborar su trabajo. ¨hay clientes que te piden algo definido, entonces ahí no hay posibilidad de creación, sólo llevar a la práctica algo específico, pero en la mayoría de los casos existe la creatividad¨, reafirma en la entrevista que le otorgó en su cálido taller de la galería San Francisco, sobre la peatonal Monteagudo.

Allí Navarro también aprovecha a difundir sus conocimientos. Una decena de alumnos van a aprender el oficio. Entre ellos una abuela de 82 años.

Navarro ya cosechó varios reconocimientos a nivel nacional por sus obras. Los galardones cuelgan con orgullo en su taller. ¨yo disfruto de esto, hay domingos enteros que me vengo al taller a trabajar, porque no lo tomo sólo como un trabajo y por suerte puedo vivir de ello¨ cuenta el artesano del vidrio.

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