domingo, 1 de abril de 2012
HEREDEROS DEL HONOR
Historias cotidianas que merecen ser contadas a 30 años de la gesta de Malvinas.
Es la mejor de las herencias. La que no tiene precio. La que no se paga con plata. No se compra ni se vende. Son los hijos de los veteranos de la guerra. Herederos del “Honor” y de Malvinas, que llevan en la sangre un orgullo enorme que le florece desde los talones al pecho.
Hay que escucharla hablar a Chiara Piri para entender que comenzó un nuevo proceso con la soberanía de nuestras Islas Malvinas. Un estado de conciencia malvinera que aunque incipiente, no menos importante. Tiene apenas 11 años y acompaña, siempre uniformada, a su padre, un veterano varelenses de la guerra, Martín Piri. “Para mí es un honor acompañar a mi papá”, remarcó en charla con Infosur, minutos antes de su clase de guitarra.
Cuesta entender que hubo un enorme proceso de desmalvinización luego de la guerra, donde hablar del conflicto hasta fue pecado. Pero, los héroes lograron sostener en su casa la virtud de una causa bien argentina. Chiara es un fiel reflejo de esta situación. “Es un gran honor que mi padre haya combatido en Malvinas, yo siempre que puedo hablo de esto en la escuela, donde digo que muchos se quedaron allá por nuestro país”.
“Los que quedaron en Malvinas y Soledad, como raíz enterrada que algún día ha de brotar” repite cada vez que pueda el sacerdote y poeta correntino, Julian Zini. Esa es la posta que tomaron, en realidad nunca abandonaron, los combatientes.“Cuando mi viejo ya no esté, somos nosotros los que debemos seguir levantando esta bandera”, subraya Pamela Sosa, periodista e hija de Alberto Justo Ojeda, otro veterano varelense de la guerra.
“Mi papá, al principio, nos habló muy poco de la guerra, después se fue integrando al grupo de veteranos de Varela y recién ahí comenzó a contarnos anécdotas”, le dijo a Infosur en una pausa de su trabajo.“Yo siempre voy a estar para recordarlo, para hacer que esta causa no se pierda”, repite con insistencia Pamela, para dejar en claro que son, sin lugar a dudas, los herederos de una causa argentina.
Ojeda combatió con el regimiento de artillería de Córdoba. Con algunos de sus compañeros volvió a reunirse hace unos años. “Mi papá siempre dice que a él lo salvó el membrillo – cuenta Pamela – porque después de comerlo tuvo que ir al baño, justo en ese momento cayó una bomba en el lugar donde estaba, algunos de sus compañeros murieron ahí”, dice Pamela, rememorando una de las pocas anécdotas que le contó su padre.
Info Sur Diario
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