Pasado ya casi un mes desde el fallecimiento de Néstor Kirchner, todavía para mi es muy difícil expresar cuál es mi opinión respecto al futuro de la política Argentina, después de la desaparición del líder de una buena parte del Peronismo, de los sectores denominados transversales y jefe político o conductor del gobierno de Fernández de Kirchner.
Difícil es para mí poder expresar mi visión. Primero, y fundamentalmente, porque siento un sincero respeto por el dolor de quienes realmente lo tuvieron o lo tienen como referencia política de los últimos años, y también por la susceptibilidad comprensible ante alguna referencia crítica hacia el ex presidente.
Pero para quienes hacemos política, desde la honestidad intelectual e ideológica, desde cada uno de nuestros espacios políticos, sabemos que con algunos actores políticos o partidos podremos compartir visiones o caminos, y con otros menos o nada, pero nunca dejaremos de respetar a quien tenemos al lado o al frente, mientras defienda sus principios e ideales desde la honestidad referida.
Como hacía referencia al comienzo, quien desapareció de la vida política argentina, en este caso, no fue solo un ex presidente, sino el conductor y el referente del espacio político que gobierna la Argentina, por consiguiente el rumbo que tomará el país en unos meses quizás no sea el esperado
por sus seguidores ni por el propio gobierno. Por un lado porque Néstor Kirchner se ajustaba bastante al liderazgo que culturalmente los argentinos esperan de un conductor, y por supuesto de quienes lo seguían en las segundas, terceras líneas, hasta el último referente barrial. Una conducción vertical. Sobre el respecto entiendo y comprendo nuestra cultura, pero creo que tenemos que ir tras otro tipo de liderazgos y gestiones, en una construcción colectiva de gestión, participativa y horizontal, y con liderazgos democráticos. Pero considero que ni Cristina de Kirchner ni ningún otro puede ejercer ese liderazgo ordenador en su espacio político, por lo menos en
estos tiempos.
Por otro lado quien conducía este país, no era precisamente un doctrinario con basamentos sólidos que direccionará un programa y cada una de las gestiones de gobierno. Kirchner, como otros líderes de la política argentina, un intuitivo, que por supuesto venía de una matriz partidaria, pero no era un amante de las teorías de la política. Esto no quiere decir que no tuviera acciones, comportamientos, discursos y algunos actos de gestión que no lo identificaran, algunas veces, con determinada corriente ideológica, pero a veces tenía otras tantas acciones que lo situaban al frente de esa corriente.
Por consiguiente creo que al no estar él, todo puede ser diferente, ya que difícilmente alguien pueda ser depositario de todas las virtudes y contradicciones que tenia Néstor Kirchner.
Quizás Cristina Fernández de Kirchner vuelva a las fuentes doctrinales del Justicialismo, quizás tome el camino del pragmatismo y la lógica de la conservación del poder, carente de ideología, o quizás algún doctrinario dentro de los transversales incida y nutra de un programa y de gestión al gobierno, no lo se. Solo se que Kirchner no está, y él era intuición, carácter, capacidad de generar política, un líder, un apasionado, un ordenador, pero creo, honestamente, que no dejo un rumbo claro», culminó diciendo Estupiñán..
Publicado por La Colmena
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