jueves, 26 de junio de 2014

Con la libertad como lema


A lo Jeff Healey Pennisi toca la guitarra como si fuera un piano, como lo hacía el músico canadiense./AGENCIA BUHO

Trajo la guitarra Nahuel Pennisi (23), pero ni desenfundarla pudo. Una pena. Hasta el bar Británico, con su viejo televisor, vive la tiranía del Mundial. A Nahuel no lo afecta. Entra, saluda y pregunta cómo va el partido. Ciego de nacimiento, tiene fama de ser tan bueno en la play como en la música. Pero llega desde su Florencio Varela para hablar de El sueño de la canción, el disco que aún no sale, pero que igual presenta hoy en el Velma Café. Tendrá su revancha.


Nahuel es autodidacta. Castigaba desde chiquito el bajo rockero de su papá, hasta que tuvo su guitarra. Desarrolló una técnica curiosa, con la viola en su regazo toca como si fuera un piano, a lo Jeff Healey pero al revés. (Búsquenlo en Google y comparen ustedes) “Descubrí a Rory Hoffman, un no vidente que toca como yo”, dice este joven de 24 años que cuenta con varios padrinos musicales, de León Gieco a Teresa Parodi; de Luis Salinas a Lito Vitale. “Vamos a tener sorpresas”, anuncia para el show de esta noche.

De chico copiaba lo que escuchaba. Así construyó su técnica. “Es importante, pero secundaria frente a todo lo demás que tengo para transmitir”, dice. Después, se dejó llevar por “la dulzura de la zamba y su poesía”, conoció a la trova cubana, el flamenco, el reggae. “Yo tenía ideas locas, pero ningún referente. Con Aca Seca Trío, Fandermole y Carlos Aguirre, empecé a canalizarlas”. Se siente él mismo un instrumento de la música, y advierte que el hecho de no ver es secundario. “Estoy desarrollándome, buscando mi identidad”, dice Nahuel.

Su historia es mágica. Fueron duendes los que lo guiaron hacia la música. “Eran cinco amigos imaginarios con quienes hablé toda mi infancia, hasta a los árboles subían conmigo”, revela Nahuel. Dice que le daban seguridad, como su familia, pero que ellos un día se fueron. “Me dijeron que ya estaba listo, que había encontrado un rumbo”. Unos años más tarde, a los 16, cuando se animó a tocar en la calle Florida, Nahuel entendió el mensaje. La música.

Hay una canción, Los duendes del sol, que también tiene historia. Y magia. La escribió León Puyé, un vecino de Varela. Y se inspiró en Nahuel, a quien no conocía. “Un día nos encontramos y me la cantó”, recuerda.

Grises duendes aparecen..

., dice la letra. Y Nahuel entendió que León era su otro yo: “Tiene una gran claridad para definir cosas que yo siento”.

Nahuel ensaya en su cabeza. “Aprendí a poner en práctica las ideas, pero esas ideas tengo que buscarlas en mi”, explica. Con Silvio Rodríguez entendió la personalidad musical. No era la mejor voz y su guitarra le sonaba desprolija, pero la combinación lo impresionó. Y también le canta a Spinetta, y a la Negra Sosa:“Hablar de Mercedes es hablar de libertad, el lema de mi música”, asume.

Nahuel lo sabe. Pueden verlo como el guitarrista que toca de forma extraña, el músico ciego que es, el buen cantante joven. Es todo eso, con sus duendes a la par.

clarin.com

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