Esa mala costumbre de necesitar la asistencia del Estado. Ese es uno de los dos problemas que tienen los celíacos varelenses. El otro, claro está, es su enfermedad. La celiaquía es una enfermedad asociada directamente a la intolerancia al gluten de quienes la padecen. Y el gluten está presente en cereales como trigo, cebada, centeno o avena, por lo cual, los enfermos, deben realizar una delicada y estricta dieta alimentaria.
De acuerdo a estimaciones oficiales del Ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires, una de cada 143 personas padece celiaquía, por lo que sólo en territorio bonaerense habría, al menos, 40 mil personas en esa situación. Está claro que como muchas otras enfermedades, quienes la padecen no siempre lo saben.
En ese marco es que a comienzos del último mes de marzo, la Provincia anunció un ambicioso plan para trabajar en la detección temprana de la celiaquía en distintos centros de salud bonaerenses. Y esto, en función de que la enfermedad puede tener una enorme variedad de manifestaciones, como la desnutrición, el vientre hinchado y la anemia, entre las más conocidas.
Aunque, por otro lado, muchas veces esos síntomas no aparecen y surgen en cambio enfermedades asociadas, como alteraciones del crecimiento en los chicos, raquitismo, esterilidad, osteoporosis, abortos a repetición, depresión, anorexia intensa y tumores.
Alimentos con atraso
Poco antes de promediar el mes de marzo, se realizó en Florencio Varela una reunión con los responsables municipales del programa de asistencia a celíacos, donde las deficiencias de la administración salieron a relucir a las claras.
Más de cien números se entregaron para un encuentro que se realizó en la Casa de la Cultura, y donde los beneficiarios del programa, que se financia desde el Estado Nacional, lo único que recibieron fueron excusas. Alimentos, no había.
En esa oportunidad se informó que recién al promediar el mes de marzo se podría concretar la entrega de la ayuda correspondiente al mes de… febrero.
Pero también se les dijo a los beneficiarios que productos como leche, o galletas, entre los más requeridos, o cacao y polvo de hornear, no estarían disponibles. «Hay mermelada y fideos», les explicaron.
Aunque una de las beneficiarias desmintió la existencia de los dulces.
Así las cosas, varios de los presentes decidieron plantear una alternativa en la que, ad honorem, pudieran ser los propios celíacos, o sus familiares, quienes administraran la entrega de alimentos del programa de la Nación, en lugar de los funcionarios designados por la Comuna. La propuesta, claro, está, fue rechazada de plano.
El que con arte reparte…
Algunos de los que hace más tiempo están cerca del programa de ayuda a celíacos en el distrito, explicaron que los problemas de falta de alimentos, en realidad no son tales. «No es que no lleguen los alimentos, en realidad, sino que como se almacenan en un mismo galpón, junto con la ayuda de otros programas, hay muchas veces en que se nos sacan cosas a los celíacos para incluirlas en otros bolsones».
Pero ese no es el único problema del depósito compartido. Más alarmante aún resulta que los productos para personas con celiaquía están junto a productos comunes, y eso hace que en ocasiones, una brizna de polvo, nada más, pueda «contaminar» los alimentos especiales.
Dependiendo el grado en que se dé la enfermedad, hay algunos celíacos que con ese insignificante grado de «contaminación» pueden llegar a sufrir graves cuadros.
Ante esa situación, y por las dos razones que ponían en riesgo sus alimentos, también hubo quienes pidieron la separación de los menúes para celíacos, de los demás. Pero también esa iniciativa fue rechazada.
Al cabo de varios rechazos, y unas cuantas explicaciones, la responsable del programa dejó la reunión a la que había llegado tarde, y cuando aún faltaba más de la mitad de los inscriptos para ser atendida, y dejó a una única empleada en su lugar.
Los beneficiarios se quejaron, además, de la merma en la cantidad de productos que se entregan, que por ejemplo, en el caso de la harina, pasaron de siete paquetes mensuales, a tan sólo cuatro.
El drama de ser celíaco
Al problema de la enfermedad que padecen los celíacos, se suma el hecho de las deficiencias de un programa del Estado que no funciona todo como debería para brindarles un mínimo de seguridad alimentaria.
Y esto, en función de que los productos que deben consumir los celíacos son productos de mayor costo, no sólo por ser libres de gluten, sino porque en su elaboración deben haberse respetado normas de seguridad muy estrictas para evitar la «contaminación» con elementos que pudieran afectar a los enfermos.
En nuestro distrito, los alimentos no sólo se entregan tarde, en cantidades variables, y con limitaciones en los menúes que terminan impidiendo el desarrollo de una dieta equilibrada. También se descuidan aspectos esenciales como el de mantener la comida de los celíacos aislada para evitar su «contaminación» con otros productos.
Tampoco desde el ámbito legislativo se toman iniciativas que faciliten la vida de los vecinos que padecen la enfermedad, como sí ocurre en otros distritos.
En Quilmes, a instancias de un proyecto de una edil del oficialismo, en 2009 se sancionó una ordenanza que establece que todos los locales de comidas deben tener un porcentaje de los menúes que ofrecen preparados para que puedan ser consumidos por personas con celiaquía.
Pero, aquí en Florencio Varela, la gente sigue teniendo esa mala costumbre de necesitar la asistencia del Estado. Lo que constituye uno de los dos problemas que tienen los celíacos varelenses.
jueves, 22 de abril de 2010
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