
HABLAN LOS VECINOS
Sus identidades no son las verdaderas. No revelaremos sus direcciones.
La cola avanza por Moreno hasta Las Heras y da vuelta la manzana. Todos los días igual. La gente llega a la tarde para lograr un número a la 8 de la mañana.
“Ya no tenemos vida ni ganas de limpiar las cosas que nos dejan en los frentes de nuestras casas. Todos los días lo mismo. Solo los viernes y los sábados tenemos paz de noche. Pero desde el domingo y hasta el viernes, esto es tierra de nadie. No puede ser que abra la puerta de calle y tenga gente que me pida agua, que la deje pasar al baño, que me deje los pañales en la vereda, la yerba del mate, paquetes vacíos de galletitas, vasos del café que les vende el cafetero”, dice María Rosa.
Se suma Romina a la charla. “El árbol de enfrente de casa, es el baño público de los hombres. Tengo una hija de 8 años, a la que llevo al colegio. Tengo que salir antes para ver que ningún hombre esté sacudiendo su pene a la vista de todos, porque a nadie le importa nada. ¿Por qué tenemos que vivir asi? El domingo a las 2 de la mañana armaron un partido de fútbol en la calle con una botella de gaseosa. Los gritos eran insoportables. ¿Quién se anima a salir a la calle y decirles que tenemos derecho a descansar?”.
Los vecinos coinciden en señalar que jamás vieron a las famosas cooperativas en las calles. Es más: en la esquina del Anses no hay un tacho de basura y la basura que queda en la calle estará al día siguiente.
Son las 12 del mediodía y aun no se levanta quien llegó de madrugada para ocupar un lugar. Está tirado en la vereda, tapado con una frazada. Ahi quedará.
En la puerta de la oficina, donde los empleados hacen maravillas para atender a semejante cantidad de gente, un uniformado de la Policía Federal dejar pasar de a uno. La espera es larga y la atención se habrá de extender hasta entrada la tarde. Pasadas las 18 comienzan a llegar los que habrán de pasar la noche para lograr ser los primeros cuando las puertas vuelvan a abrir. Todos los días, la rutina será igual.
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