viernes, 26 de marzo de 2010

Sair, Luchito y un mundo de fantasias

Se hizo conocido en el programa de televisión Talento argentino, pero la fama no lo mareó. Todos los meses brinda un show para 43 chicos que viven en un orfanato en Florencio Varela. Un día, de la nada, empezó a sacar la voz desde el estómago.
¡Soy conocido por medio mundo o por el mundo entero, vaya a saber Dios!”
Dice Sair Musi, un nene de ocho años de pestañas larguísimas, piel trigueña y ojos verdes que cambian de color. En el patio de su casa en Florencio Varela sólo se escucha el ruido de las chicharras y de los chapuzones de sus sobrinos en la Pelopincho. De un salto el nene se levanta y corre a buscar a Luchito. Es un muñeco.



Sair se sienta en la misma silla. Sair es ventrílocuo: con una voz que saca del vientre, sin mover un músculo, le da vida a Luchito.



El muñeco nació inspirado en los dibujos que hacía Sair. El nene se lo encargó a su madre, hábil con las manualidades, y que ya había hecho muñecos para su hermano mayor, mago y ventrílocuo. Luchito tiene ojos verdes, el pelo negro y un arito en una oreja. Algunos los consideran los sucesores de Chasman y Chirolita.



“Hola”, vuelve a decir Luchito. El que habla ahora no es Sair, sino el muñeco, que se retuerce sobre las piernas del chico y mueve los bracitos acompañando el saludo. El nene colabora con el hogar Arco Iris, donde 43 chicos están solos. Una noche, hace un año, Jesús de la Cruz, la mamá del nene, católica practicante de rezo diario, estaba haciendo un nuevo muñeco para su hijo Javier. Sair estaba desvelado y aburrido. Arriba de un escritorio estaba el muñeco sin terminar.



–¿Mamá, me lo prestás? –le pidió Sair.



–Sí, pero tratalo con cuidado.



Sair lo agarró y metió la mano por la espalda del monigote. El muñeco aún no tenía cabeza y el nene la remplazó con la mano izquierda. Se sentó y ocurrió el milagro.



–Javier, Javier –dijo el chico sin mover los labios.

El hermano se sorprendió cuando lo vio y fue corriendo a contárselo a su madre:



–¡Mamá, mamá, mirá lo que está haciendo Sair! Hace ventriloquia como una persona grande.



De su cuello cuelga un rosario blanco y una medalla dorada de la Virgen de Luján. Todos los domingos mira la misa en Canal 7. Sus sobrinos, más chicos que él, le piden poner dibujitos, Sair les contesta serio: “Las misas se tienen que terminar”.



Sair dice que Luchito es su hermano y que a veces se visten como mellizos: la misma corbata, el mismo color de camisa e igual pantalón de vestir. Con el muñeco a cuestas, Sair ya firmó más de mil autógrafos. Un día fue con su mamá a la Basílica de Luján; el viaje era para agradecerle a la Virgen. De paso, hizo un show:



–No pude recorrer el museo porque la gente me pedía que me sacara una foto con ellos. ¿Y yo qué voy hacer?, me saqué fotos con todos –dice en el patio de su casa en el barrio La Esmeralda, un rincón olvidado del conurbano bonaerense.



Sair cada vez que pasaba por el hogar Arco Iris, una casa donde viven niños huérfanos, le preguntaba a su mamá quiénes eran esos chicos con caras tristes. La madre le contó. El nene con una lucidez impactante razonó:



–Pobres, no se deben acordar de sus papás.



Entonces fue con Luchito e hizo un show. Le pidió a su madre que todas las semanas comprara una boleta de Telekino:



–Si nos ganamos el premio, podríamos ayudar a los nenes

–dice y recuerda que una vez estuvieron a dos números de convertirse en millonarios.



VUELTA AL HOGAR. Cuando se abre la puerta del Hogar, los nenes corren con los brazos abiertos. Enseguida lo ven a Sair y a Luchito. La noticia corre rápido.



“¡Vino el chico del muñeco!”, anuncia un chico, cincuenta centímetros de alto.



Sair esta vestido para el show: una camisa violeta y pantalón de vestir.



–Nos olvidamos el banquito, mami –dice Sair, preocupado.

Veinte nenes se sientan en el pasto. Sair lo hace arriba en un monolito de cemento.



–¡Hola chicos! –dice Sair. Luego el nene le presta su voz al muñeco.



Los nenes del Hogar miran sorprendidos. Cuando él termina el espectáculo, los chicos piden una más. Luego se abalanzan arriba de Luchito. Le tiran del pelo, le tocan la ropa. Sair sufre desde lejos, seguro de que se acuerda del día que lo llevó a su colegio y sus compañeritos “casi matan a Luchito”.



–¿Por qué no habla?, ¿por qué no habla? –le pregunta un nene a la mamá de Sair.



El nene se cambia la ropa dispuesto a jugar al fútbol con los otros pibes.



Luchito descansa en una caja de cartón.



El sucesor de Mister Chasman



El 6 de junio de 2009, un día antes de su cumpleaños, Sair fue a probarse en Talento argentino, el programa de televisión que el año pasado tuvo como jurado a Maximiliano Guerra, Catherine Fulop y Kike Teruel, integrante de Los Nocheros. La única condición era tener 8 años.



–Vos entraste justito–, le dijeron antes de anotarlo.



El nene pasó dos rondas y llegó a la semifinal. De los nervios, Luchito se quedó sin voz y Sair terminó llorando. Lo intentó una vez más pero pasó lo mismo. La tercera oportunidad Luchito habló y él no lloró.Desde Italia le mandaron un mail: “No estén tristes porque murió Chasman, pónganse contentos porque nació Sair Musi”.

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