miércoles, 13 de junio de 2012

COSMOVISIÓN DEL ESCRITOR - PALABRAS NUEVAS


por María Encarnación Nicolás

Detrás de las más bellas palabras, se pueden esconder las más crueles historias.
Cómo descifrar el enigma que encierran esos símbolos.
Cómo viajar por el alma, donde anidan tanto el dolor como la esperanza.
La vida transcurre casi siempre con dolor, pero a los días que faltan, los alumbra la esperanza. Es por eso, que aún estamos vivos. Pero atravesar las tinieblas, no es tarea fácil. Podemos encallar. Podemos cerrar los ojos para siempre . . .


Un viaje carnal hacia lo blasfemo, siempre nos aterra. Las palabras llenas, pueden disecar el alma. Y un alma disecada, aún puede producir palabras llenas.

Un humano puede engañar a otro, a otros, hasta el último instante de su vida. Porque vivir, en definitiva, es un arte.

He conocido prisioneros, es decir, personas condenadas a vivir en la cárcel, que todos los días escribían con gran maestría, sobre la libertad. Si hasta el payaso hace reír a todos, cuando por dentro de tristeza, se va muriendo.

Todos tenemos un verdugo: nosotros mismos. A veces, está por dentro y otras, por fuera. El carcelero por fuera, encierra y por dentro, él mismo está encerrado.

El mar es tan grande, profundo y violento, casi invencible. Pero si agudizamos nuestro oído, podemos escuchar sus gemidos, los de todos sus hijos, que volvieron a su vientre. Aquellos pobres pescadores y aventureros, que se arriesgaron para llevar alimento a los hambrientos, o simplemente para desafiar al miedo, hasta ahogarlo

para siempre.

Pero volviendo a la cárcel, ella es capaz de encerrar tanto a nuestro cuerpo, como a nuestra alma. A los dos a la vez, no. Ya que eso significaría la misma muerte.

Y, buscando ordenar nuestras cosas, o nuestras ideas, es el amor lo más liberador. Hay muchas clases de amor, o bien, existen sentimientos parecidos. Estar enamorado, es acceder a un mundo mágico, donde todo es posible. Muchos enamorados o desamorados, que es casi lo mismo, se convirtieron en grandes poetas, artistas, estadistas, líderes, inventores o asesinos. El enamoramiento coloca, a quien lo padece, en un estado especial. Puede sanarse, enfermarse, liberarse, encarcelarse, vivir o morir. Éste puede deambular por paisajes mentales, tan desconocidos para los demás. Construye un mundo propio, un lugar con alma, se podría decir. Construye un universo, donde conviven la fidelidad y la valentía, con otras fuerzas terrenales. Es esa magia la que construye puentes invisibles entre la razón y la sinrazón, entre el presente, el pasado y la eternidad. El enamorado del dolor y de la soledad, construye palacios de ensueños. Alumbra los sueños muertos, con la magia de su corazón, que todavía aletea. Y así, vuelve al regazo de su madre, como un niño puro. Y puede descubrir en cualquier mirada, su propia historia de amor, volviéndola a nacer. Aquí, se convierte en poeta, cuando consigue resucitar, desde debajo de una tonelada de hojarasca. Y son suyos todos los tesoros olvidados, aquellos que destellan en el fondo de la vida, en el fondo del mar.

Me gusta escribir en la frontera, y filtrar mis pensamientos a través de la ensoñación.

Cuántas horas aciagas presionan en el lápiz del escritor. Es poco lo que puede mentir, lo que puede inventar, queriendo engañar. Siempre detrás de las más bellas palabras, se ocultan las más crueles historias.

El más agraciado, crea nuevos personajes para distraerse y también

distraer, y negar así, la verdadera historia.

Siempre el niño y su abuelo están parados en la misma estación, dispuestos a subirse al mismo tren. La poesía se oculta en el cuento, y en el cuento, se cobija la poesía. Algo crece dentro del otro, como una flor en el pantano, o como una sonrisa joven en el rostro de un anciano, aunque no lo parezca.

Todo fluye y todo se esconde a la vez. Por eso, la literatura es tan rica. Y cuando pensábamos que ya nos habíamos despedido, volvemos a entrar, porque seguimos pensando en lo bien que escribe el autor. Es un mundo dentro de otro, en el que preferimos vivir. Con las más bellas palabras, nuestra mente es capaz de recrear un mundo nuevo, para ocultar así, el de las más crueles historias.



Perteneciente al Libro “El Mar, el Viento y los Hombres Perdidos”,
de María Encarnación Nicolás

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