En VII Conferencia Internacional de la UIM, la arquitecta Patricia Hermida obtuvo un reconocimiento por su exposición sobre “Ciudades sensibles”. Los shoppings y countries como mundos ficticios. La necesidad de un nuevo modelo de urbe en el que se rompa el aislamiento y se generen nuevas relaciones.
“Cuando se privatiza el espacio público, estamos perdiendo el derecho a participar de la ciudad, y esa pérdida se evidencia en los espacios de consumo ofrecidos por los shopping y los countries, que pretenden confundir nuestra percepción de la realidad, otorgándonos un mundo de ficción”.
Ese fue el eje de la ponencia “Ciudades sensibles”, que la argentina Patricia Hermida brindó en la VII Conferencia internacional de la Unión Iberoamericana de Municipalistas, que se realizó en Toluca, México.
Esta arquitecta, graduada en la Universidad Nacional de La Plata, y Maestría en Dirigencia Pública –especialización en el área social Universidad de Belgrano; Directora Nacional de Relaciones con la Comunidad del Ministerio de Interior, y titular de la asociación civil Mujeres al Frente, abordó la cuestión humana en un marco donde el acento se venía poniendo en aspectos económicos, arquitectónicos y de gestión. Por eso, “Ciudades sensibles” mereció el reconocimiento de la Unión Iberoamericana de Municipalistas, circunstancia por la cual fue declarada Visitante Distinguida del Honorable Ayuntamiento de Toluca.
Bajo el pretexto de la inseguridad, por ejemplo, se forman comunidades cerradas –señaló Hermida-; como si el aislamiento fuera la solución a los problemas de sociabilidad. Esto se traduce en una profundización de la desigualdad y la exclusión social. No sólo sucede en los barrios cerrados, también en las torres con vigilancia privada a las que se accede con contraseña.
Algo similar ocurre con los shoppings. “Los edificios destinados al consumo apelan al deseo” apuntó la arquitecta. Como era en la infancia el ingreso a una juguetería, en los centros comerciales más que los objetos en sí, lo que atrapa es la atmósfera casi irreal que irradian. Esto se completa con una sensación de atemporalidad: no hay registro de la hora, la luz es siempre igual, no importa si afuera llueve o graniza, las plantas artificiales estarán siempre en flor; ni a ellas ni a los consumidores les llegará el otoño tan temido. La expositora se apoyó en la idea del filósofo Luis Warat de que “el vacío es un espacio saturado de información donde nada sucede”.
Ante este panorama, Hermida planteó la constitución de ciudades sensibles, “una especie de proyecto de la esperanza” –en palabras de Warat- “que permita producir valores y sentidos superadores de la pasividad de la burguesía”. La ciudad sensible se construye colectivamente pero respetando las perspectivas individuales. De esta manera, también se construiría una nueva forma de participación y, consecuentemente, de democracia. “La democracia no se puede reducir más a la libertad negativa” retomó Hermida las palabras del filósofo y concluyó: “Democracia es permitir la heterogeneidad en todos los aspectos”.
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