viernes, 23 de julio de 2010

HAGAMOS LO IMPOSIBLE

Desde hace un año, un grupo de medio centenar de jóvenes trabaja con talleres y espacios productivos en nueve barrios de Quilmes, Florencio Varela, La Plata y Longchamps..


Se formó hace un año por la iniciativa independiente de un grupo de jóvenes que comenzó a trabajar por la “lucha y organización” de una sociedad incluyente. No se trata de una actividad cerrada, sino de tareas abocadas a tender una mano a chicos y adultos, desde el trabajo y la educación. El movimiento cultural “Hagamos lo Imposible” realiza talleres y genera espacios productivos en barrios del sur del conurbano bonaerense.



“Hagamos lo imposible” comenzó a tomar forma el año pasado, cuando un grupo de jóvenes notó trabas en los barrios a la hora de encarar proyectos sociales. Hoy son 45 los integrantes de este grupo que organiza talleres para los más pequeños y espacios productivos de panadería y costura, para que los adultos aprendan un oficio.



A la hora de definirse, se piensan como “un grupo que apunta a la práctica transformadora y no reproductora de las condiciones y relaciones sociales vigentes”. También como una guía para que los barrios se organicen y aparezcan iniciativas autónomas.



Los miembros de la organización trabajan en 9 barrios ubicados en los partidos de Quilmes, Florencio Varela, La Plata y Longchamps. En relación con la experiencia de la llegada a los barrios, el grupo comentó en diálogo con AUNO-Tercer Sector que llegan al barrio “solo por saber de su existencia” y que lo primero que se hace es “hablar con los vecinos para comentarles sobre la práctica. Así, la labor no se limita a dejar una ayuda a corto plazo, sino que busca dar herramientas para que quienes vivan en los barrios puedan organizarse e independizarse de punteros políticos.



La agrupación trabaja con chicos y grandes para devolverles “desde el bien cultural de la lectura hasta un par de zapatillas y un techo para sus familias”.



Entre algunos de los talleres que realizan se encuentran los de pintura, juego – siempre apelando a la creatividad de los más chicos como estímulo-, murga, circo, macramé, guitarra y ajedrez. Si bien el primer encuentro con los niños siempre es especial porque implica ganar confianza y conocerse mutuamente, el grupo aseguró que “los chicos siempre llegan con buena predisposición”.



Entre las ideas base de trabajo se encuentra aquella que marca la necesidad de tomar conciencia de que “todos tenemos poder sobre el propio accionar y sobre la toma de decisiones”.



Más allá de hacer un buen balance sobre el trabajo que realizan, debido a que notan que la relación con los vecinos es fluida y hay aceptación del trabajo en conjunto, este grupo de jóvenes no deja de pensarse a futuro, y es allí cuando imaginan “continuar con la tarea, porque a medida que se afianza la relación y el trabajo de los barrios, la cuestión se va complejizando”.



Publicado en la Agencia Universitaria de Noticias y Opinión

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